Hay, porque de todo tiene que
haber en la viña del señor, quienes no comparten mis
opiniones cosas que entran dentro de toda lógica teniendo en
cuenta que, cada uno de nosotros, tiene una visión distintas
de ver los asuntos y, por tanto, enfoques diversos sobre la
solución a los mismos. Si todos los que estamos en este
mundo que nos ha tocado vivir, pensáramos de la misma manera
estaríamos ante un mundo perfecto y eso es imposible, el
mundo es como es y nada ni nadie lo va a cambiar porque, de
cambiarlo, dejaría de ser mundo.
Las diferencias de opiniones, sobre determinados asuntos,
hacen en su conjunto el poder encontrar la mejor solución
para resolver los problemas. Por eso sigo pensando, que
todas las opiniones gusten o dejen de gustar, deben ser
tenidas en cuenta y sacar, de ellas, lo mejor de las mismas.
De ahí que todas las opiniones, venga de donde vengan o las
digan quienes las digan, me merecen el máximo respeto
incluidas las mías por mucho que a algunos personajillos,
por no defender sus intereses, les caigan mal. Cosa esta,
que me importa un bledo y el otro también.
He dicho que esta legislatura no va a ser un camino de
rosas, dicho está y no cambio ni un maldita coma. Como
tampoco cambio, en absoluto, que nada hay mejor que tener
una buena mano izquierda para conseguir algún que otro fin,
y más cuando poderoso caballero es don dinero y el que lo
tiene, lo tiene. Y nada hay peor que unas bravuconadas
cuando el poderoso caballero no depende de nosotros mismos
sino de otros. Vamos como le ocurre a servidor con su banco
amigo, cuando tiene que acudir, al mismo, para pedir un
préstamo. Por supuesto no entro en el despacho del director
poniendo los pies sobre su mesa y diciéndole: “tú dame el
préstamo y déjate de tonterías. No, hago todo lo contrario,
le pregunto por su familia y llegado el caso, le digo que se
nota su dirección en el banco por el auge que está cogiendo.
¡Que importante es tener una buena mano izquierda para
salvar situaciones!.
Probablemente, con toda la razón del mundo, algunos pueden
llegar a pensar que eso es, simple y llanamente peloteo. Se
equivocan, no es ese el sistema, es lo que antes he llamado,
tener mano izquierda y conseguir con ella lo que no se puede
conseguir de otra forma. No se debe confundir el tocino con
la velocidad. Son dos cosas completamente diferentes.
Las brabuconadas, cuando dependemos de otros para conseguir
algún fin, están fuera de lugar y sólo pueden servirnos para
perjudicarnos en determinados asuntos que necesitamos
resolver dependiendo de la colaboración de aquel a quienes
hemos atacado en un alarde de no saber estar a la altura de
las circunstancias.
Atacar de forma directa a quien nos puede ayudar,
criticándole cuantas acciones realice, es levantar un muro
de incomprensión entre ambas partes, de las cuales nosotros
los que criticamos llevamos la peor de las mismas.
Se equivocan quienes creen que se sigue llevando el sistema
empleado por Alfonso Guerra en su época. Hoy, Alfonso, ha
tenor de los tiempos a cambiado de táctica y emplea la
ironía fina para dar caña, peor sólo en los momentos
oportunos. Sus imitadores deberían tomar ejemplo, para no
meter la patita hasta el corvejón.
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