Dicen que fue Alfonso Guerra,
tan dado a calificar despectivamente, quien motejó de Bambi
a José Luis Rodríguez Zapatero. Aunque nunca le he
oído al sevillano proclamarse autor de denominar cervatillo
al presidente. Y mucho me temo que no lo haga nunca. Es más:
creo que sobran las explicaciones al respecto.
También hubo un tiempo en el cual a ZP lo estuvieron
comparando con Mr. Bean. Ese personaje interpretado
por Rowan Atkinson en una serie humorística de
la televisión británica. Lo que no sé si la semejanza estaba
basada en los visajes que hacía el personaje o se debía a
las originales y excéntricas soluciones que éste encontraba
para resolver sus problemas y su indiferencia total para
solucionar otros.
Así, mientras muchos se lo tomaban a broma y le auguraban un
corta estancia en La Moncloa al presidente por accidente -dixit
Anson-, otros recelaban de esa sonrisa perteneciente a quien
un buen día se echó abajo de la cama y le dio por decir que
era un optimista antropológico.
Manda huevos... Porque hay que tenerlos bien puestos, si no
se es ningún memo, para dárselas de creer en la bondad de
los hombres, por encima de todas las cosas, y de estar
convencido de que el hombre es la medida de todas las cosas.
Inmediatamente, la Iglesia vio en el humanismo de ZP un
laicismo peligroso. Y Mariano Rajoy lo tildó de
patriota de hojalata y de bobo de solemnidad. Y dijo más:
“Un bobo solemne es más peligroso para España que un
patriota de hojalata.”
Lo que no recuerdo es si el insulto se refería a la
demostración de pacifismo que ZP quería dar retirando las
tropas de Iraq. O bien a su confianza en llevar a buen
término el proceso de paz con los etarras. De manera que
llegó un momento en el cual la dicotomía se hizo patente en
relación con las actuaciones del presidente del Gobierno.
Unos hablaban de que estaba sobrado de ingenuidad, de que
era un incauto; otros lo tachaban de ser un tontolaba y un
necio empedernido; los había que confiaban en él porque le
achacaban tener una flor en salva sea la parte más grande
que la reconocida al desaparecido Miguel Muñoz; y,
sobre todo, mucha gente lo soportaba porque estaba harta de
verle las caras a Zaplana y Acebes.
Ahora, cuando quedan ocho meses, más o menos, para que se
celebren las elecciones generales, el bobo de solemnidad, el
incauto, el tontolaba, Mr Bean, Bambi y el patriota de
hojalata..., ha pasado a ser un enemigo de la civilización
europea y cristiana.
Alguien que ve con muy buenos ojos que lleguen pateras y se
levanten mezquitas. Un tipo que se ha dedicado los últimos
tres años a destruir familia, educación, valores
tradicionales, Nación... Y nos lo pintan como un gobernante
que sólo cree en el Poder y en el Mal. Un fulano que no cree
en España.
Es la etopeya que le ha dedicado César Alonso de los Ríos
al presidente del Gobierno en Abc. Y que es aún más dura de
lo que aquí se refleja. Leído el retrato moral que le hace
el reputado articulista, me he acordado rápidamente de lo
que dijera en su día Napoleón Bonaparte: “Si se diera
rienda suelta a la prensa yo no permanecería ni tres meses
en el poder”.
Rienda suelta, pues, parece que le han dado los editores de
ciertos medios a los suyos para que ZP se acuerde en estos
meses de lo que vale un peine. Lo van a brear. Le van a
sacar las tiras de pellejo y son hasta capaces de acusarlo
de estar compinchado con quienes matan.
El problema está en que la oposición, o sea el Partido
Popular, puede que termine perdiendo las elecciones porque
mucha gente prefiere al optimista antropológico antes que
verse otra vez con Acebes y Zaplana ejerciendo de ministros.
Mientras tanto, Mariano Rajoy sigue dormitando.
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