Hay días en los que uno tiene que hacer verdaderos esfuerzos
para no caer en lo que podríamos llamar pesimismo
antropológico, entendiendo este término en el sentido del
concepto del hombre como partícipe del comportamiento de la
sociedad. Hace tiempo que dudábamos de la competencia del
secretario de Comunicación del PP, señor G. Elgorriaga, pero
a raíz del último Debate de la Nación hemos llegado al
convencimiento de que o el señor Rajoy prescinde
inmediatamente de él y contrata a un verdadero experto en la
materia o mal vemos su andadura de ocho meses (si es que no
se adelantan) hasta las próximas elecciones generales. Ya
son varias las ocasiones en las que el PP ha tenido ocasión
de darle la puntilla al partido del señor Zapatero y en
todas ellas, por fas o por nefas, el PSOE ha conseguido, en
el último momento, escabullirse y salir airoso del aprieto.
Podremos citar el caso de De Juana Chaos, cuando la
ciudadanía estaba especialmente sensibilizada ante la
desvergüenza del Conde Pumpido; la retirada, por dos veces,
de los cargos al señor Otegui; el atentado de la T4 en
Barajas; la ruptura de la tregua por parte de ETA y las
revelaciones de las reuniones de la representación del
Gobierno, desde el 2000, con los representantes de la banda
terrorista y Batasuna, a espaldas del PP ( que debiera haber
explotado antes del debate del Estado de la Nación o al
menos haber preparado mejor el terreno).
El señor Elgorriaga creo que es el peor enemigo de Rajoy.
Me explico, Rajoy puede luchar de tú a tú con el señor
Zapatero, cara a cara y salir vencedor o perdedor, pero
dependerá de sus argumentos y de su dialéctica; pero contra
quien no puede defenderse el señor Jefe de la oposición es
de la persona que le aconseja en cuanto a la táctica que
debe seguir para conseguir imponer sus tesis a las del
partido gobernante. El enemigo en casa es el mayor peligro
que le puede acechar a todo dirigente. Vamos a ver, yo puedo
admitir que Rajoy haya estado mejor o peor en sus
intervenciones en el Debate de la Nación; puedo pensar que
podría haber insistido, como ya dije en uno de mis
artículos, en otras cuestiones que hubieran herido la linea
de flotación del adversario; pero lo que no puedo hacer, no
debo hacer y, menos en política, es decir que “ha perdido el
debate”. Es una acción de una infantilidad que raya en la
inconsciencia. ¿Cúando han visto ustedes que cualquiera de
los dirigentes del PSOE, hasta en sus más nefastas
intervenciones – como la de Zapatero contra Aznar –
admitiera que el adversario le había dado una tunda?
¡Señores que ya somos mayorcitos y la política no es lo
mismo que jugar a las canicas!
Lo siento señor Rajoy, pero tengo que decir lo que me he
cansado de repetir desde que usted accedió a dirigente del
PP: es usted demasiado noble; demasiada buena persona;
demasiado caballero para enfrentarse a una camada de zorros
como la que tiene enfrente. Si, como supongo, el señor
Elgorriaga es quien le asesora, mándelo a hacer gárgaras y
búsquese otro más malvado, más retorcido, más mordiente, en
una palabra: un cabrito capaz de anticiparse a las maldades
de Zapatero y los suyos. En caso contrario, me temo que va a
perecer, como cayó el general americano Custer, que fue muy
audaz, muy valiente y muy heróico, pero que llevó a la
derrota al 7º Regimiento de Caballería en la batalla, contra
los indios de Toro Sentado, en Little Big Horn. No hay que
decir que Toro Sentado- Zapatero, de aquí en adelante, no le
va a dar facilidades, incluso no sería extraño que, si
considera que la situación se ha vuelto a su favor, puede
que adelante las elecciones aprovechando el efecto de la
“victoria” en el debate de la que, con tanto despliegue de
medios, se está vanagloriando.
No se puede andar de dubitativo por el mundo de la política.
Si se comete un error hay que reaccionar contratacando con
fuerza y buscando asediar al adversario atacando sus puntos
flacos. Decir que se ha de ser más simpático, perdóneme,
pero resulta una explicación pueril y ridícula. Un líder no
ha de ser simpático, sino eficiente, luchador, fiarse del
apoyo de sus votantes – que en este caso somos muchos –
elevar la moral de los ciudadanos que simpatizan con la idea
de una España unida; con la derrota de los terroristas; con
una enseñanza remozada en la que se prime el esfuerzo
personal, se promueva la disciplina y se busque la
excelencia académica; se refuercen los valores familiares y
morales y, finalmente, se retorne a la ética pública. Todo
lo demás son chorradas, es perder el tiempo y, de paso,
mermar las posibilidades de ganar las próximas elecciones.
Si Zapatero apuesta por el apoyo de los progres de la
farándula, de los colectivos de gays y lesbianas, de los
antisistema y de los Verdes y separatistas vascos y
catalanes (de estos ecologistas que han tenido que soportar
que el Tribunal de Luxemburgo haya condenado a Catalunya –
su feudo preferido –, por proteger poco y mal a las aves
autoctonas y de temporada); el señor Rajoy cuenta con todos
los que creemos en la unidad de España; en la necesidad de
mantener la moral y la ética; en la defensa de la libertad
sin concesiones al libertinaje y al abuso incontrolado de la
misma; los que queremos un ejército bien dotado y apolítico
para que nos defienda; los que pedimos enérgicamente la
destrucción de los terroristas y la reivindicación de las
víctimas de la banda criminal; los que exigimos una
justicia independiente que cumpla los dispuesto en la
Constitución y haga que se cumpla; los que buscamos que
España sea respetada en el mundo y haga valer en Europa su
postura de nación de primera línea; en fin, que no le van a
faltar apoyos al PP si se deja de debilidades, titubeos, y
miedos y se arma de valor para sostener, contra viento y
marea, los principios que le hicieron ganar, por mayoría
absoluta, cuando lo encabezaba Aznar.
|