Es el futuro de un país, pero ya
veremos qué futuro pueden ir fraguando, cuando casi la mitad
de los jóvenes en una comunidad como Castilla – León carece
de ingresos propios y depende de sus padres.
Según un reportaje que acabo de ver en un medio de
comunicación castellano leonés, el 38´9 por ciento de los
jóvenes que tienen entre 14 y 29 años considera que ya se
podría haber independizado, mientras que el 44´5 por ciento
reconoce que aún necesita ayuda económica.
Los datos, aunque son fríos, nos muestran una realidad que
no es fácil cambiar, cuando ves que el 46 por ciento de los
jóvenes en esa franja de edad de los 14 a 29 años, en una
comunidad como Castilla León, la más grande en extensión,
aunque no en población, carece de ingresos propios y el 37
por ciento percibe entre 500 y 1500 euros mensuales.
Con estos datos no queda más que adivinar y recalcar, al
mismo tiempo, que cerca de la mitad de los jóvenes en
Castilla y León recibe regularmente una paga de sus padres,
al ser estos jóvenes o bien estudiantes o parados, y por
consiguiente no tienen ingresos propios.
Hemos dado una franja de edad, 14 – 29 años, menos mal a que
a medida que aumenta la edad sube el porcentaje de los que
perciben dinero y pueden depender de ellos mismos, aunque no
con demasiada abundancia, porque ya me dirán como puede
seguir adelante un grupo bastante grande, inferior a los 29
años, que han empezado a ganar algún dinero, pero que no
ascienden sus ingresos a 600 euros.
Con esta situación lo que está claro es que hay un gran
número de personas jóvenes que tienen mucho tiempo libre,
tiempo libre que dedican unos a la práctica deportiva, no
pueden hacer mucho más, mientras que otros prefieren ver la
televisión o estar frente al ordenador.
Así está la sociedad de nuestro tiempo, con una amplia
franja de la población, en edad de producir y que no tiene
donde ejercitarse.
Este es un dato tomado de una de las comunidades
autonómicas, y hay que recalcar que en las demás, con
ligeras variantes, según en qué momentos y según en qué
zonas, no están las cosas mucho más halagüeñas.
Con todo, y aquí podríamos ver una paradoja, la media de
gasto semanal en ocio es de unos 27 euros por persona,
bastante por encima de lo que gastan los adultos que, según
una encuesta, rondan los 19 euros tan sólo.
Una juventud con poca actividad y con escasos recursos mira
hacia otras partes y tiene sus preocupaciones de las que la
principal es su situación laboral y el paro, pero también se
preocupan, y mucho, de la emigración, para terminar estando
preocupados por el acceso a la vivienda.
Estos son los aspectos, estas son la preocupaciones de una
franja amplísima de la población que mira hacia el futuro,
que hace proyectos, pero que ese futuro lo ve envuelto en
nubarrones y por tanto los proyectos se quedan, casi
siempre, encima de la mesa.
Hemos analizado una franja muy amplia de la población, sin
distinguir hombres o mujeres, pero adentrándonos más en el
tema, también los jóvenes opinan que la situación de las
mujeres es peor que la de los hombres, en cuanto a
oportunidades para encontrar trabajo, cosa que también
sucede con la estabilidad laboral y sobre las dificultades
para acceder a un cargo de responsabilidad, al que las
mujeres llegan con más dificultad.
Estos datos, sin profundizar demasiado, pero que son el
reflejo de lo que hay hoy en nuestra sociedad, contrastan
grandemente con ese país de la maravillas que hace muy pocos
días nos pintaba el mismísimo presidente del Gobierno y que,
dicho sea entre paréntesis, es, al menos por nacimiento,
castellano leonés.
Naturalmente, tengo que decir que una cosa es lo que se vive
en el día a día y otra, muy diferente, la que nos pintan, a
diario, los políticos, sean del grupo que sean, porque en lo
único que debemos coincidir todos es en que la práctica
política se está convirtiendo en la base de la propagación
de la mentira, sin rubor alguno.
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