Cristina Zabala pertenece al área de zoología de la
Universidad de Cádiz (UCA). Especialista en arqueozoología
(estudio de los restos procedentes de animales), dedica sus
horas al análisis de peces y moluscos para conocer las
costumbres alimenticias que el ser humano tenía en tiempos
remotos. Y fue ayer la encargada de inaugurar, tras las
palabras del arqueólogo Darío Bernal, con el que colaboró en
el abrigo-cueva de Benzú, el curso ‘Del garum a las
almadrabas. Ceuta y los recursos del mar a lo largo de la
historia’. De su campo de trabajo, hay una parcela que
defiende con rigor académico: las posibilidades de la
almadraba. “Es un problema internacional en el que, para
evitar que se pierda la tradición, la Unión Europea y las
organizaciones de poder tienen mucho que decir”, asegura
esta científica.
La clave reposa, a su juicio, en “fijar la regulación de
esta arte pesquera milenaria en el arco del Estrecho”. Según
indica, se han producido múltiples intentos, a través de
estudios universitarios para ofrecer soluciones, pero han
quedado atrás. “Habría que potenciar la almadraba mucho
antes que otros procedimientos de pesca”, opina esta
investigadora que ayer realizó su ponencia en una doble
sesión teórico-práctica sobre la arqueozoología.
Zabala no se lanza a la hora de poner fecha a la
desaparición del atún. Ya sucedió con múltiples especies,
como es el caso del esturión ibérico -en proceso de
recuperación por medio de piscifactorías-, pero confía en
que la sobreexplotación pesquera experimente un receso. “Es
muy difícil de decir, pero es cierto que llegan menos atunes
y ahora mucho más jóvenes y pequeños. Antes la pesca era
mucho más selectiva” -insiste con la vista puesta en las
almadrabas- “a este ritmo, los atunes desaparecerán del
Estrecho en cien años”, augura la experta de la UCA.
Sus predicciones se basan en la experiencia de estudiar,
desde más de una década, las estructuras óseas de los peces
y la mocología y también por esa razón, explica que
cuantificar los restos que aparecen en los yacimientos es
muy complicado. “Es mucho más sencillo saber cuántos
moluscos hay que el número de peces. Casi nunca aparece la
estructura vertebral completa. Lo mejor que puede encontrar
un arqueólogo experto en zoología es la mandíbula o los
dientes. Igual que con el ser humano”, detalla Zabala. En
este ámbito, los peces más típicos del área del Estrecho
son, según indica, los escáridos (doradas y pargos, entre
otros).
Esta investigadora colaboró en la primera carta
zooarqueológica de Ceuta, concretamente en la Cabililla de
Benzú, junto a Bernal y José Ramos, compañeros de la UCA. En
primera instancia, “se han hallado pocos restos de moluscos
de la época en la zona. No obstante es el primer estudio,
queda mucho por hacer”, puntualiza la científica porque en
“numerosos” yacimientos del área atlántica se han encontrado
“muchos más” recursos alimenticios. “Habrá que esperar”,
prevé.
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