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sociedad - LUNES, 9 DE JULIO DE 2007


Clase de verano. CEDIDA.

instituciones penitenciarias / reportaje
 

Letras libres tras las rejas

Veintiséis internos de ‘Los Rosales’ participaron en el III curso de verano de la Uned ‘Ley de Igualdad y violencia de género’. El nivel de participación ha ido en notable aumento. Los alumnos piden que se potencien las jornadas formativas
 

CEUTA
Elsa Cabria
elsacabria@elpueblodeceuta.com

El aula es típica. Sillas y pupitres blancos con patas negras sobre un suelo de baldosas de los mismos colores. Hay tres ventanas en el lado derecho y, al fondo, una librería de cristal cubre, alto por ancho, toda la pared. “Os voy a tutear. ¿Todo el mundo tiene carpetas?”. El griterío de la gente impide oír bien a la profesora. “Respeto”, dice bien alto un alumno. “Respeto de aquí para allá y de allí para acá”, responde Alicia Rodríguez, docente de Derecho Penal, antes de iniciar la clase. Durante la última semana, 26 internos, 20 mujeres y 6 hombres, del centro penitenciario ‘Los Rosales’ han participado, bolígrafo en mano, en el III curso de verano de la universidad a distancia en la prisión de la ciudad autónoma. Un seminario de cinco días en el que se ha hablado de temas que afectan a toda la ciudadanía, los de dentro y los de fuera.

Bajo el título ‘Ley de Igualdad y violencia de género’, aunque Rodríguez prefiera hablar de violencia en el ámbito familiar, varios expertos han tratado de transmitir a los reclusos una visión de igual a igual entre hombres y mujeres. La respuesta, como demuestran los índices de aumento de alumnado, ha sido contundente. Para ellas, se trata de “una forma de conocer los derechos femeninos en Ceuta”, dice una interna. Para ellos, entender la normativa vigente “es una buena preparación para el mundo laboral”, valora un estudiante.

Al margen de ejercer de profesora, Rodríguez también es la directora de los cursos y, por tanto, una defensora acérrima del derecho a la educación sin distinciones. Dice no tener ninguna sensación especial por impartir la materia en un centro penitenciario. “Estos alumnos son exactamente iguales que el resto. Lo más importante es que la participación sea activa y aquí se cumple. No son receptores pasivos”. Aún así, si reconoce que los profesores son “víctimas del etiquetaje de la desinformación que previene del mundo de las cárceles”. A lo que añade, “eso sí, una vez entras, el concepto cambia”.

El sistema penal español no permite ni la pena de muerte ni la cadena perpetua, por lo tanto, todos los internos tienen que acabar saliendo. Y esta idea tan simple es el motor del proyecto que une a Alicia Rodríguez con Ayax Murillo, director de ‘Los Rosales’, y Fernando Jover, responsable de la Uned en Ceuta. Facilitar la educación y trabajar por la reinserción social resultan factores determinantes para los tres organismos que se emplean a fondo para motivar a los reclusos. “Sólo queda apostar por la reeducación y esto es un paso. Todos los instrumentos de trabajo que se empleen son pocos. Se trata de lograr un efecto productivo”, subraya Murillo, frente a la atenta mirada de los alumnos.

Para Rodríguez, los cursos de verano cumplen una función normalizadora y este criterio impregna todo su discurso. “Estar en prisión no es ningún privilegio. Es una vida muy dura, pero hay que romper con el estigma del ‘guetto’. Los 26 alumnos, como el resto de internos, pertenecen a nuestra sociedad. Se trata de hacer de su vida lo más parecida posible a lo que se vive fuera”. Y es que llevar la tiza y el borrador a la cárcel es lograr “que no se aíslen y así concienciar“ al preso, reflexiona la profesora. Circunstancia que los alumnos del curso perciben de la misma forma.

La visión de los alumnos

Tras el alboroto inicial, los estudiantes prestan atención a Rodríguez. Les da un papel que deberán entregar el último día [el pasado viernes] en el que dejarán constancia de sus impresiones sobre el curso. El resultado de las dos ediciones anteriores ha sido evidente: varios internos han repetido. El tema elegido, la Ley de Igualdad, ha sido la razón de la superioridad numérica de las mujeres en el curso, pero no está ligado al hecho de que se impartiese en la cárcel. “Se podría haber escogido en cualquier otro centro asociado”, remarca Rodríguez.

Lo mismo sucede con el enfoque de la materia, “se ha orientado para hacer efectiva una concienciación general sobre una normativa que está de plena actualidad. Una forma de evitar la desigualdad de género”. Tomar apuntes o simplemente prestar atención son las dos posibilidades. Los estudiantes son libres a la hora de ejercer como estudiantes. “Esta es una buena forma de aprovechar nuestro tiempo porque aprendemos cosas”, apunta una interna. “Quizá con algo más de información se pueda hacer algo por las mujeres maltratadas”, medita otra reclusa. Y los hombres que participan en el curso no lo ven distinto. “Es la primera vez que asisto, pero habría que promover muchos cursos de estos para echar el tiempo en algo”, opina un joven. “Sirve bastante de apoyo, aunque no me repercute porque está enfocado a mujeres, saldré más preparado”, señala otro. “Aprovechamos el tiempo en conocer cosas que nos valdrán para nuestro futuro”, añade un tercer interno.

Tiempo es la palabra que más se repite entre las cuatro paredes de esta clase ‘cualquiera’. Seguido de la frase “el curso está muy bien”. Nadie obliga a participar, pero el nivel de asistencia crece, tal como confirma el director de la cárcel, “este año ha habido lista de espera”.

En el pasillo de entrada a ‘Los Rosales’ hay un gran mural que reza: ‘en memoria de aquel gran marinero que hizo de la realidad algo más grande que su sueño’ y una de las internas que se lanza a hablar es la personificación de la metáfora: “llevo 18 meses en prisión y me ha dado tiempo a sacarme 1º, 2º de Bachiller y un curso de Comercio. Me ha dado mucho que pensar y encima me he formado”.

Estudio comparativo europeo

Esta respuesta al estímulo educativo parte también del mismo centro penitenciario. ‘Los Rosales’ ofrece cursos internos de formación en verano. Títulos válidos de pintura, peluquería y albañilería con los que ocupar las horas y formar la mente. Aunque Ceuta no cuenta con ningún interno universitario inscrito en la Uned, a nivel nacional alrededor de 1.000 reclusos se apuntaron a la universidad a distancia en 2006. Informática, Empresas, Turismo y Trabajo y Educación Social son las carreras que tienen más demanda, Derecho, en cambio, va a la baja. “La misma dinámica que en la calle”, insiste Rodríguez.

Para investigar estas cifras, Instituciones Penitenciarias inició el año pasado un proyecto comparativo sobre el nivel educativo de las prisiones junto a Grecia, Lituania, Alemania, Francia y Rumanía. Los resultados no saldrán hasta el próximo octubre, pero Rodríguez asegura ya que el estudio coloca a España como “el país más avanzado y, por ello, seremos modelo para Europa” y es que es de los pocos con titulados universitarios.

En 2008, ‘Los Rosales’ volverá a acoger los cursos de verano porque el alumnado así lo ha querido. Esta forma de “ aprovechar el tiempo en la cárcel” es una medida para que los alumnos “adquieran habilidades sociales”, completa la profesora de Derecho Penal. El pasado martes, segundo día del seminario, los estudiantes empezaban a entrar en materia. Cinco horas de clase por día, algo más de veinte horas durante toda la semana, en las que desaparecieron los barrotes para fijar la idea de que el aprendizaje no tiene barreras.
 

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