El aula es típica. Sillas y pupitres blancos con patas
negras sobre un suelo de baldosas de los mismos colores. Hay
tres ventanas en el lado derecho y, al fondo, una librería
de cristal cubre, alto por ancho, toda la pared. “Os voy a
tutear. ¿Todo el mundo tiene carpetas?”. El griterío de la
gente impide oír bien a la profesora. “Respeto”, dice bien
alto un alumno. “Respeto de aquí para allá y de allí para
acá”, responde Alicia Rodríguez, docente de Derecho Penal,
antes de iniciar la clase. Durante la última semana, 26
internos, 20 mujeres y 6 hombres, del centro penitenciario
‘Los Rosales’ han participado, bolígrafo en mano, en el III
curso de verano de la universidad a distancia en la prisión
de la ciudad autónoma. Un seminario de cinco días en el que
se ha hablado de temas que afectan a toda la ciudadanía, los
de dentro y los de fuera.
Bajo el título ‘Ley de Igualdad y violencia de género’,
aunque Rodríguez prefiera hablar de violencia en el ámbito
familiar, varios expertos han tratado de transmitir a los
reclusos una visión de igual a igual entre hombres y
mujeres. La respuesta, como demuestran los índices de
aumento de alumnado, ha sido contundente. Para ellas, se
trata de “una forma de conocer los derechos femeninos en
Ceuta”, dice una interna. Para ellos, entender la normativa
vigente “es una buena preparación para el mundo laboral”,
valora un estudiante.
Al margen de ejercer de profesora, Rodríguez también es la
directora de los cursos y, por tanto, una defensora acérrima
del derecho a la educación sin distinciones. Dice no tener
ninguna sensación especial por impartir la materia en un
centro penitenciario. “Estos alumnos son exactamente iguales
que el resto. Lo más importante es que la participación sea
activa y aquí se cumple. No son receptores pasivos”. Aún
así, si reconoce que los profesores son “víctimas del
etiquetaje de la desinformación que previene del mundo de
las cárceles”. A lo que añade, “eso sí, una vez entras, el
concepto cambia”.
El sistema penal español no permite ni la pena de muerte ni
la cadena perpetua, por lo tanto, todos los internos tienen
que acabar saliendo. Y esta idea tan simple es el motor del
proyecto que une a Alicia Rodríguez con Ayax Murillo,
director de ‘Los Rosales’, y Fernando Jover, responsable de
la Uned en Ceuta. Facilitar la educación y trabajar por la
reinserción social resultan factores determinantes para los
tres organismos que se emplean a fondo para motivar a los
reclusos. “Sólo queda apostar por la reeducación y esto es
un paso. Todos los instrumentos de trabajo que se empleen
son pocos. Se trata de lograr un efecto productivo”, subraya
Murillo, frente a la atenta mirada de los alumnos.
Para Rodríguez, los cursos de verano cumplen una función
normalizadora y este criterio impregna todo su discurso.
“Estar en prisión no es ningún privilegio. Es una vida muy
dura, pero hay que romper con el estigma del ‘guetto’. Los
26 alumnos, como el resto de internos, pertenecen a nuestra
sociedad. Se trata de hacer de su vida lo más parecida
posible a lo que se vive fuera”. Y es que llevar la tiza y
el borrador a la cárcel es lograr “que no se aíslen y así
concienciar“ al preso, reflexiona la profesora.
Circunstancia que los alumnos del curso perciben de la misma
forma.
La visión de los alumnos
Tras el alboroto inicial, los estudiantes prestan atención a
Rodríguez. Les da un papel que deberán entregar el último
día [el pasado viernes] en el que dejarán constancia de sus
impresiones sobre el curso. El resultado de las dos
ediciones anteriores ha sido evidente: varios internos han
repetido. El tema elegido, la Ley de Igualdad, ha sido la
razón de la superioridad numérica de las mujeres en el
curso, pero no está ligado al hecho de que se impartiese en
la cárcel. “Se podría haber escogido en cualquier otro
centro asociado”, remarca Rodríguez.
Lo mismo sucede con el enfoque de la materia, “se ha
orientado para hacer efectiva una concienciación general
sobre una normativa que está de plena actualidad. Una forma
de evitar la desigualdad de género”. Tomar apuntes o
simplemente prestar atención son las dos posibilidades. Los
estudiantes son libres a la hora de ejercer como
estudiantes. “Esta es una buena forma de aprovechar nuestro
tiempo porque aprendemos cosas”, apunta una interna. “Quizá
con algo más de información se pueda hacer algo por las
mujeres maltratadas”, medita otra reclusa. Y los hombres que
participan en el curso no lo ven distinto. “Es la primera
vez que asisto, pero habría que promover muchos cursos de
estos para echar el tiempo en algo”, opina un joven. “Sirve
bastante de apoyo, aunque no me repercute porque está
enfocado a mujeres, saldré más preparado”, señala otro.
“Aprovechamos el tiempo en conocer cosas que nos valdrán
para nuestro futuro”, añade un tercer interno.
Tiempo es la palabra que más se repite entre las cuatro
paredes de esta clase ‘cualquiera’. Seguido de la frase “el
curso está muy bien”. Nadie obliga a participar, pero el
nivel de asistencia crece, tal como confirma el director de
la cárcel, “este año ha habido lista de espera”.
En el pasillo de entrada a ‘Los Rosales’ hay un gran mural
que reza: ‘en memoria de aquel gran marinero que hizo de la
realidad algo más grande que su sueño’ y una de las internas
que se lanza a hablar es la personificación de la metáfora:
“llevo 18 meses en prisión y me ha dado tiempo a sacarme 1º,
2º de Bachiller y un curso de Comercio. Me ha dado mucho que
pensar y encima me he formado”.
Estudio comparativo europeo
Esta respuesta al estímulo educativo parte también del mismo
centro penitenciario. ‘Los Rosales’ ofrece cursos internos
de formación en verano. Títulos válidos de pintura,
peluquería y albañilería con los que ocupar las horas y
formar la mente. Aunque Ceuta no cuenta con ningún interno
universitario inscrito en la Uned, a nivel nacional
alrededor de 1.000 reclusos se apuntaron a la universidad a
distancia en 2006. Informática, Empresas, Turismo y Trabajo
y Educación Social son las carreras que tienen más demanda,
Derecho, en cambio, va a la baja. “La misma dinámica que en
la calle”, insiste Rodríguez.
Para investigar estas cifras, Instituciones Penitenciarias
inició el año pasado un proyecto comparativo sobre el nivel
educativo de las prisiones junto a Grecia, Lituania,
Alemania, Francia y Rumanía. Los resultados no saldrán hasta
el próximo octubre, pero Rodríguez asegura ya que el estudio
coloca a España como “el país más avanzado y, por ello,
seremos modelo para Europa” y es que es de los pocos con
titulados universitarios.
En 2008, ‘Los Rosales’ volverá a acoger los cursos de verano
porque el alumnado así lo ha querido. Esta forma de “
aprovechar el tiempo en la cárcel” es una medida para que
los alumnos “adquieran habilidades sociales”, completa la
profesora de Derecho Penal. El pasado martes, segundo día
del seminario, los estudiantes empezaban a entrar en
materia. Cinco horas de clase por día, algo más de veinte
horas durante toda la semana, en las que desaparecieron los
barrotes para fijar la idea de que el aprendizaje no tiene
barreras.
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