Según fuentes solventes de ambos
lados del Tarajal la única duda al respecto es saber donde
atentarán, primero, las células del terrorismo islamista:
¿en Marruecos… o en Ceuta?. El mismo miércoles día 4 a
primeras horas de la mañana el acceso por la frontera
terrestre estaba virtualmente tomado por efectivos de la
Policía Nacional, que ralentizaron hasta dos horas la
entrada en la Ciudad. Se lo confirmo por la sencilla razón
que yo estaba entrando por el lado marroquí a las 6 en punto
de la madrugada y ahí me quedé embotellado, perdiendo el
barco de las 7 de la mañana. Les escribo desde el Reino de
Marruecos y aquí la cosa está que arde. Tras una cumbre de
seguridad el pasado viernes en el ministerio del Interior,
presidida por su titular Chakib Benmusa y a la que asistió
incluso el máximo responsable del Ejército según informó la
agencia MAP, se decidió (siguiendo “informaciones fiables”)
“elevar al máximo el nivel de alerta en materia de amenaza
terrorista”. Aquí se tomaron muy en serio el vídeo de esta
semana del segundo de “Al Qaïda”, Al Zawahri, instando a
derrocar “gobiernos musulmanes corruptos”, además de las
reiteradas amenazas directas a Marruecos: “Este nivel de
alerta implica una seria amenaza”. Sería interesante en
Ceuta que el diligente titular de la Plaza de los Reyes
informara de las veces que, en los últimos tiempos, el
“holding” terrorista de “Al-Qaïda” ha puesto su asesina mira
sobre la Ciudad.
¿Qué podemos hacer la ciudadanía de a pie?. Está muy claro y
los ingleses -con su acreditada flema- nos han marcado la
pauta: seguir con nuestra vida habitual, mantener lo
cotidiano, viajar, disfrutar de la familia, los amigos, el
aire, el sol… Les aseguro que al terrorismo fanatizado eso
es lo que más le jode: no tener capacidad para alterar
nuestra vida diaria. Así vuelen vagones de metro, exploten
aviones o hundan barcos… Si nos toca, mala suerte, pero por
ello no vamos a dejar de reír ni de disfrutar; así masacren
a cien o a mil. En todo el mundo civilizado la inmensa
mayoría de los países (occidentales o musulmanes, negros,
blancos o amarillos) están librando, conjuntamente, una
denodada lucha contra los sicarios del terror. Son muchos
los atentados que logran evitarse si bien, al final,
lamentablemente hay alguna diana alcanzada. Ni el mejor
equipo de fútbol puede evitar que un afortunado “aficionado”
le meta un gol. Aumentemos nuestro nivel de alerta,
implementemos medidas activas y pasivas, enseñemos a la
población civil a vigilar y protegerse, aspecto nada baladí
según se ha visto en el Reino Unido o en el mismo Marruecos,
donde según las autoridades la vigilancia ciudadana
“permitió el fracaso de varios proyectos terroristas”. A la
vez y mentalmente debemos asumir, desde ya, coexistir con un
terror… que no consiga aterrorizarnos. Esa es nuestra mejor
arma. Nos enfrentamos a una guerra asimétrica, de larga
duración, sucia y no declarada. ¿El mayor peligro?: los
emboscados, la quinta columna, intelectuales falsarios y
dirigentes travestidos con la noble cara de Jano…
Mantengamos una tensa calma y pasemos en todos los frentes a
la ofensiva: somos más y mejores, estamos más preparados,
nuestra superioridad estratégica es aplastante. Esta gentuza
hará daño, hará sangre…, pero perderá la batalla final,
hundiéndose ahogada en sus heces personales y su deleznable
miseria teológica. Cuestión de tiempo.
Y si el atentado terrorista fuera en Ceuta, con la
repercusión que conllevaría, puedo asegurarles que alguna
famosa e internacional cadena de televisión podría
posicionarse mediáticamente, sobre todo en el medio árabe,
con un vídeo de primera.
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