La XXVI promoción de la Escuela Universitaria de Enfermería
vivió ayer su última despedida como alumnos del centro
educativo. El anfiteatro de la Marina acogió, de 21 a 22
horas, el acto de clausura del curso académico y el punto
final de la diplomatura de cerca de 80 personas de un
conjunto de 101 estudiantes. Profesores, familiares y amigos
completaron el aforo para celebrar un primer paso en los
recorridos profesionales de los recién diplomados. La
secretaria general del centro, Beatriz Aranda, fue la
encargada de llevar la batuta del acto, acompañada de la
recién nombrada consejera de Sanidad, Adela Nieto, del
presidente de Cruz Roja, José Durán, y de Jesús Ramírez,
director adjunto de la escuela.
En un “ambiente inmaterial de solemnidad”, tal como
manifestó Aranda, decenas de estudiantes lucieron traje de
gala para festejar una fecha marcada en rojo dentro de sus
calendarios. Un punto y seguido en la marcha formativa de un
grupo de estudiantes ceutíes y peninsulares que han dedicado
tres años a prepararse académicamente. Así, frente al
director provincial del Ministerio de Educación, Juan José
León Molina, y nuevo el responsable del área de Consumo de
la Ciudad, Manuel Blasco, entre otros, se entregaron las
metopas , “como símbolo encerrado en forma condensada de la
historia”, y se agradeció a los alumnos participantes en el
programa ‘Perseo’ su colaboración.
A continuación, llegó el momento más esperado, ante la
atenta mirada del público asistente, los estudiantes
recibieron sus becas de manos de los profesores, algunos
acompañados de familiares, pero la mayoría solos. Antes de
concluir el evento, el delegado de la escuela dedicó unos
minutos a recordar un tiempo pasado de vivencias
universitarias en la ciudad autónoma. Desde los profesores
más duros, pasando por los términos científicos tan
complejos en un principio, las horas en la cafetería y los
nuevos amigos.
Una noche de vestidos y trajes para ochenta futuros
profesionales, entre los que destacaron por superioridad
numérica las mujeres sobre los hombres. Todos ellos
recibieron la misión de “estar al servicio de la sociedad” y
“seguir colaborando en la labor humanitaria de Cruz Roja”
una vez inicien su camino laboral, indicó Aranda. El acto se
tradujo en un “largo momento de recompensa en el que se
premió el esfuerzo y la dedicación” que han demostrado a lo
largo de los últimos años. Tras la emoción del instante,
llegó la satisfacción de las cosas bien hechas.
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