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OPINIÓN - VIERNES, 6 DE JULIO DE 2007

 
OPINIÓN / EL MAESTRO

Recuperación de la autoridad (y II)

Por Andrés Gómez Fernández


En muchos hogares son los propios padres quienes han inculcado a sus hijos ese odio a la jerarquía, esa veneración por el igualitarismo. De ahí que a nadie deba sorprender que semejante igualación haya traído aparejada tanta violencia. En realidad, cuando un chico maltrata a su profesor, o cuando un hijo hace lo propio con su padre o con su madre, lo que se está haciendo es negarle cualquier autoridad, proclamar que aquel adulto nada tiene que enseñarle. Cabe preguntarse de dónde vienen nuestros problemas. Quizás el germen había que fecharlo en Mayo de 1968, en el llamado “mayo francés”, donde se acuñó el antiautoritarismo. Posiblemente habrá que añadirle otro factor: nuestro pasado de la dictadura, por lo que la autoridad se confunde con el autoritarismo; por tal razón, en 1982, el partido de izquierda que ganó las elecciones, sustituyó al viejo modelo por uno de nuevo cuño, basado en la igualdad, pero no como punto de partida, sino en la igualdad como imperativo. Es decir en su abuso en el igualitarismo.

El defensor del pueblo, en su intervención en el Seminario “A propósito de la violencia escolar”, abogó por pasar de la actual situación de “libertad al máximo”, a una coexistencia de la libertad con la autoridad de los profesores para fomentar la convivencia en las aulas y frenar los casos de violencia escolar. “Sin autoridad de los profesores coexistiendo con la libertad, es muy difícil que las cosas se enderecen como debe enderezarse”.

“Recordó que durante su infancia alumnos y profesores se trataban de usted y esto no significa una especie de ruptura o diferencia claramente expresada, sino un “respeto mutuo”, quizás avanzar en el destierro del tuteo en las aulas es un elemento importante, aunque formal y lingüístico, pero la lengua es el ámbito fundamental de comunicación”.

No debemos olvidar que la relación entre profesor y alumno se ha estructurado siempre a partir del principio de autoridad. Diagnosticado, pues, el problema, donde estamos de acuerdo que la autoridad del profesor ha desaparecido en las aulas, es necesario, de inmediato, proceder a su recuperación. Lo que se necesita conocer cuál sería el “tratamiento” para llevarla a cabo. Tal como está la situación, no creo yo que desterrando el tuteo de las aulas, se recupere la normalidad, y que los centros sirvan a los alumnos para aprender a ser, a convivir y a hacer.
 

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