La de ayer, que tenía que haber sido la tercera y última
sesión del juicio oral que ha seguido durante toda la semana
la Audiencia Provincial contra ex delegado del Gobierno Luis
Vicente Moro y otros tres funcionarios del Estado, dejó el
proceso pendiente de si el Tribunal que preside Manuel
Grosso acepte o no dos elementos aparentemente cruciales
para revisar todas las aristas del caso y escuche las
conclusiones de todas las partes.
Esos dos elementos son la petición de la acusación popular,
ejercida por la fiscal jefe de la Audiencia, Ángeles Ayuso,
para que sea citada como testigo una de las grandes
protagonistas ausentes del proceso, la antigua titular del
Juzgado de Instrucción número 2 de Ceuta, Begoña Cuadrado, y
la aceptación como prueba de la grabación de una
conversación entre el jefe de Prensa de la Delegación,
Roberto Franca, y el redactor de EL PAIS José María Irujo en
la que éste presuntamente le exculpa de haberle filtrado el
informe o “nota informativa” elaborada en la Comisaría de la
Policía Nacional a instancias de Moro sobre el presunto
“malestar” creado en los Juzgados de Instrucción y la
sociedad ceutí a cuenta de las resoluciones del presidente
de la Sección VI de la Audiencia, Manuel Tesón, texto sobre
el que Irujo redactó una información bajo el título
‘Denuncian el fácil acceso de los narcos al presidente de la
Audiencia de Ceuta’ y cuyo contenido ha sido denigrado por
todos los testigos de la acusación y alguno de la defensa.
Por primera vez desde el martes, cuando empezó el juicio, la
sesión se desarrolló sólo en horario matutino. Con los
mismos actores principales, en el auditorio volvieron a
sentarse periodistas y familiares, amigos y algún
colaborador de las partes, de los testigos y hasta de algún
encarcelado por el ‘caso Kimbi’. En el sillón que les
corresponde se sentaron, de cuerpo presente o por
videoconferencia, catorce testigos.
Cuatro de ellos son policías. También hubo cuatro destacados
miembros de la carrera judicial y un político, Juan Vivas,
en calidad de asistente a la gran comilona de este juicio:
la institucional celebrada el 12/02/2002 en el Parador La
Muralla. Pedro Pablo Martínez, como marido de Toñi Palomo y
comensal del almuerzo que Moro y su mujer ofrecieron a
ambos, a Sánchez, a Tesón y su esposa. José Fernández, como
cocinero de la fabada que degustaron y secretario general de
la Delegación durante años, y su compañera, la ex jefa de
Secretaría del delegado Eulalia Rodríguez.
Los testimonios de los policías, tres de ellos adscritos
entre finales de 2001 y 2002 a la UDYCO, contribuyeron a
enmarañar un poquito más el testimonio de su jefe de la
época, Peire, a quien el martes se atribuyó la recolección
exclusiva de toda la información redactada sobre Tesón, algo
que el miércoles desmintió rotundamente.
“Contrariada y desanimada”
El más notorio de todos ellos fue el del inspector Esteban
Gutiérrez, antiguo número 2 de Peire. Desde Melilla, el
policía ratificó, como dijeron el ex comisario Del Valle y
el ex jefe de brigada de la Policía Judicial Arévalo, que la
juez Cuadrado, instructora del ‘caso Kimbi’, se sentía
“contrariada y desanimada” por las “trabas” que le ponía
Tesón; que él mismo escuchó cómo se lo decía a Peire y que
este “comentaba” ese “malestar”.
Es más, Gutiérrez aseveró que no le cabe “ninguna duda” de
que Peire trasladó detalles como el de las presuntas visitas
a los despachos en chándal a Arévalo y, a través de este, a
Valle. La testifical de todo el grupo, en sintonía con lo
dicho por ambos mandos pero radicalmente contradictoria con
el testimonio del policía nacional que iba a diario al
Juzgado, queda a la expectativa de lo que pueda decir
Cuadrado si el Tribunal acepta que sea citada, algo que nada
más empezar la vista solicitaron las defensas y que ayer
reivindicó, a punto de terminar la sesión, la fiscal Ayuso
“para esclarecer la verdad material” del caso.
Como Gutiérrez, el instructor jefe Agustín Cruz también
declaró haber visto hablar a Peire con Arévalo de que “Tesón
visitaba a los detenidos en chándal en los juzgados”. Según
asumió él mismo, el antiguo jefe del GATI de la Policía
Nacional en Ceuta fue citado exclusivamente para decir eso,
ya que a continuación dejó patente su aprecio por el
magistrado: “Me asqueó lo que oí y abandoné el despacho de
Arévalo”, refirió Cruz, que concluyó destacando el “alto
concepto” que tiene del juez Tesón. Los otros dos policías,
ambos integrantes de la UDYCO que dirigía Peire en
diferentes épocas, aseguraron no conocer “absolutamente
nada” de todos los asuntos por los que se les preguntó.
Los jueces no recuerdan
Desmemoriados estuvieron también en sus declaraciones cuatro
pesos pesados judiciales. Los vocales del Consejo General
del Poder Judicial (CGPJ) que acudieron en el Muralla a la
cena institucional donde, según Tesón, Moro le amenazó con
que EL PAIS publicase “algo” tras reprocharle que mantuviera
en prisión al ‘Piti’ mientras liberaba, entre otros, a ‘Abdelilah’,
dijeron no recordar las cosas exactamente así, pero no
negaron que pudiera serlo.
Juan Carlos Campo habló más bien de “ambiente enrarecido” y
Gutiérrez Alviz, de “incidente desagradable”. El primero
dijo que la “tensión” la provocó Moro, pero a cuenta de la
crisis existente entre la Policía (no los Juzgados) y la
Audiencia por la liberación de algunos detenidos; que no
recordaba frases como “de esta cena os vais a acordar
todos”, presuntamente de Moro, y que no interpretó al
delegado “censurando” al juez.
Alviz, por su parte, no aceptó la descripción de los hechos
como “una amenaza de forma airada” y señaló que no se
acordaba “ni de la forma ni del tono”. Ninguno de los dos
fue tampoco muy concluyente sobre si escucharon o no al
delegado referirse a la publicación de “algo” en EL PAIS,
pero sí negaron haber criticado abiertamente a los jueces
instructores locales, como les habían atribuido los
acusados.
Los presidentes del Tribunal Superior de Justicia de
Andalucía, Augusto Mendes, y de la Audiencia Provincial de
Cádiz, Lorenzo del Río, también coincidieron en jamás
recibieron ninguna queja más allá de las “habituales” de los
mandos policiales o políticos ceutíes y que no fueron
conscientes del choque que relató anteayer el fiscal Puerta
más allá de la “incomodidad ambiental” que Del Río sí dijo
haber percibido. Del EL PAÍS, nada tampoco, aunque a Del Río
también le sonaba haber escuchado que “este malestar va a
salir” en la prensa de boca de Moro. Las acusaciones
trataron de restar trascendencia a su falta de memoria o a
su desconocimiento de los hechos destacando que se sentaron
o pudieron sentarse lejos de los dos protagonistas.
Vivas sí que fue clarito al respecto. Si alguien pensaba que
el presidente, testigo de la defensa, iba a ser
‘bizcochuelo’, ocurrió todo lo contrario: el político
reconstruyó co nitidez que Moro manifestó a Tesón que ni él
ni “la gente” comprendían sus decisiones y que había “un
medio [de comunicación] nacional sobre la pista” en una
conversación “tensa”, aunque advirtió que tampoco le pareció
que Moro pretendiese “condicionar” futuras resoluciones.
“Tesón tiene una bien ganada reputación en Ceuta”, terminó.
El marido de Toñi Palomo tampoco recordó mucho más que la
magnífica fabada que cocinó Fernández García del almuerzo en
casa de Moro al que acudió con su esposa, que estaba citada
pero que no pudo acudir a declarar por razones médicas.
Martínez Niño no fue más allá de constatar la magnífica
imagen que tiene de Tesón, con quien compartió oficina.
El cocinero de la fabada, José Fernández, secretario general
de la Delegación en la etapa de Moro, tampoco supo nada de
si el ex delegado habló allí con Tesón por primera vez de
las indagaciones de EL PAIS sobre su persona, aunque se
defendió en sus tareas culinarias, que según dijo le
absorbieron “el 80 ó 90% del tiempo”.
La presunta filtración frustrada
Su compañera de la época, Eulalia, testificó sobre cómo
pudieron salir tres versiones distintas hacia tres destinos
diferentes del único original que según Valle y Arévalo
existió de su “nota informativa” y sobre cómo se accede al
despachito contiguo al del delegado en la institución de la
Plaza de los Reyes. Sobre el primer punto dijo que no era
extraño hacer una “composición” con la fotocopiadora a un
documento para ponerle el membrete de la Delegación.
Sobre el segundo, que efectivamente se puede entrar a ese
espacio sin ser visto por los secretarios del delegado de
turno, aunque difícilmente ya que según explicaron la puerta
estaba cerrada y el despacho nunca se utilizaba por personas
que no fuesen el delegado en su ausencia. A la vista del
testimonio, la defensa renunció al de su compañero Juan
Penado [también al de José María Cal, Juan Carlos Ruiz y
Alfredo Ruiz].
Cuatro testificales giraron, a preguntas de los letrados, en
la vertiente de la filtración de la “nota” policial. Fueron
el ex secretario de Estado de Seguridad Pedro Morenés y la
subdirectora de EL FARO de Ceuta, Rocío Abad, citada
anteayer a última hora de la tarde tras la declaración de
los máximos responsables de ese mismo periódico, Carmen
Echarri, y el diario SUR, José Carlos García.
Morenés, que fue secretario de Estado de Interior durante 14
meses, se escudó en su falta de memoria tras los “muchos”
años trascurridos para no arrojar mucha más luz sobre lo
narrado en la Sala el martes y el miércoles. Así, reconoció
que no sabía más de una “ciudad sensible” como Ceuta que de
muchas otras capitales de España y aseguró que las
preocupaciones que Moro en la había trasladado en sus
encuentros trimestrales iban más por el lado de la gestión
del “sistema penitenciario” en la ciudad que por las
decisiones del Poder Judicial.
Dos nuevas pruebas
A partir de ahí, poco más aparte de lo obvio: esto es, que
no conoce a Irujo y que el documento remitido desde la
Delegación siempre ha estado a buen recaudo. Ni supo decir
si había ordenado investigar o no la filtración, como
prometió en las Cortes (“si lo dije seguro que así fue”,
afirmó, aunque más tarde señaló literalmente que a día de
hoy “no tengo ni idea de lo que contestaba hace cinco años
en el Congreso”), ni si había hablado o no con Moro de la
presunta “inquietud” judicial, aunque sí que no hubo nada
especialmente raro, a la luz de su memoria, en la “nota
informativa”.
Abad, por su parte, ratificó y completó con algún detalle
diferente la declaración efectuada por Echarri y García: que
supo, antes o después, de la reunión con la difunta Elena
Sánchez y Franca en la que la directora dice que se le leyó
el informe que acabó en manos de EL PAIS y que respondió a
una llamada de Roberto Franca en la que éste le solicitaba
dos días antes de que apareciese la noticia “una fotografía
de Fernando Tesón”, imagen que no fue concedida.
La Sala anunciará hoy a las 9.30 horas si admite o no la
grabación que quiere aportar (ya rechazada el miércoles) el
abogado del Estado en defensa de Roberto Franca y si acepta
o no que se cite a Begoña Cuadrado, la clave para saber si
realmente existían sus quejas y lamentos por la “excesiva
acción correctora” que supuestamente habría ejercido Tesón
sobre sus autos en el sumario 5/2000 (‘caso Kimbi’),
denegada también previamente.
En este sentido, la acusación popular, que ayer solicitó su
citación, fue quien la rechazó de plano el martes. La fiscal
Ayuso explicó que su testimonio puede contribuir a
esclarecer la “verdad material” de los hechos, aunque su
compañero de banca, letrado de Fernando Tesón como acusación
particular, Francisco Baena, advirtió que temía que el
Supremo termine anulando cualquier sentencia por “dilación
indebida”. Además, Grosso y los otros dos jueces que
integran el Tribunal escucharán las conclusiones de los
letrados siempre y cuando no se suspenda la Vista por la no
declaración del ex comisario Fermín Diego y del editor de EL
FARO, Rafael Montero, a cuyos testimonios la fiscal se negó
ayer a renunciar.
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