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OPINIÓN - JUEVES, 5 DE JULIO DE 2007

 
OPINIÓN / EL MAESTRO

Recuperación de la autoridad (I)

Por Andrés Gómez Fernández


La crisis de la enseñanza pública española se acerca más a una tragedia. Ya no se trata del llamado fracaso escolar, -el 31% de alumnos que abandonan la escuela al término de la etapa obligatoria-, penúltimo puesto entre los Estados miembros de la Unión Europea. Ahora, además, los centros docentes españoles se están convirtiendo a marchas forzadas en verdaderos campos de batalla. No pasa día sin que tengamos noticias de algún caso de violencia escolar o de sus secuelas, que afecta tanto a alumnos como a profesores. Los datos son estos: uno de cada cuatro de edades comprendidas entre los 7 y 17 años es víctima, en un grado mayor o menor, de algún acto violento, ya físico, ya psicológico; por otro lado, un 13% de nuestros profesores reconoce haber sido agredido alguna vez.

Con esto porcentajes, nadie se atreve a negar que la enseñanza en España necesita de algún tipo de revulsivo. ¿Cuál? Se suele echar la culpa del aumento de la violencia escolar a la falta de mediadores y de planes de convivencia, cuando no a la desestructuración de las familias. Sólo los docentes saben que el problema puede estar en el sistema implantado y a tantos vaivenes que se han producido en los últimos tiempos, en particular, cuando se produce un cambio de gobierno, de signo distinto al anterior. ¡Y los docentes sin poder hablar!

Bajo mi punto de vista, el único problema de la enseñanza en España, aparte de lo indicado anteriormente, el que justifica ese asunto de la violencia en las aulas, es la falta de autoridad. Sin autoridad no hay educación posible. En tres o cuatro lustros, hemos perdido la distancia. El igualitarismo se ha impuesto. Ya no hay niveles. El maestro y el profesor se han convertido en un compañero, en un colega. Pero no sólo en la escuela, también en la familia...
 

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