Mayte Gutiérrez no ve la paja sólo en el ojo ajeno. Aunque
critica la “falta de cientificidad” del psicoanálisis y la
“poca consistencia” del conductivismo, también reconoce que
la escuela psicológica a la que pertenece tiene un punto
débil. Y es que el conductismo “tiene dificultades para
abordar trastornos de carácter difuso que no tengan una
explicación concisa. Ponente de las jornadas de la Uned ‘La
psicología en crisis’ e integrante de la mesa redonda
celebrada ayer sobre ‘Las tres miradas a la psicología’,
cree en la fiabilidad de los métodos de su escuela por una
razón determinante: “el conductismo fija un traje a medida
para cada tratamiento personal. Lo que a uno le vale, a otro
no. Exige una evaluación constante del paciente”, explica.
Y es que, a la hora de definir un problema concreto, “no
vale cualquier definición”, subraya Gutiérrez que, como
psicóloga, no cree en la interpretación, sino en “una
disciplina que transforma el caso en términos de
aprendizaje”. Su trabajo incluye autoregistros de su
paciente sobre “todo lo que hace, dice piensa tanto como lo
que no hace, no dice o no piensa”. “Es necesario crear un
repertorio particular para cada persona, insiste esta
investigadora que realizó su tesis sobre la anorexia según
la actividad de un modelo animal. Tema sobre el que espera
especializarse porque, aplicado a las personas, “tiene
múltiples respuestas”.
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