Está a punto de comenzar y como
desde hace nueve años con una serie de problema que hacen
estar más pendientes de lo pura y estrictamente fuera del
deporte, que de lo que interesa a los espectadores, lo
deportivo.
Visto desde aquí, el Tour no tiene importancia, y no la
tiene ni para los seguidores españoles, antes multitudes, ni
para los principales medios de comunicación, las
televisiones en concreto.
Este es un deporte que está tocando fondo, y ha llegado a
esta situación porque los deportistas del pedal, ni han
podido, ni han sabido, ni van a saber defenderse de una
serie de golfos, que han hecho de los ciclistas la imagen
del deterioro deportivo.
A estas alturas y con los medios técnicos que hay, son pocos
los que se pueden escapar, si han usado algún producto
prohibido, y en este deporte, desde hace más de veinte años,
han sido muchos los que los han utilizado. No creo que en
otros deportes estén los deportistas totalmente impolutos,
pero el ciclismo es el “pariente pobre del mundo deportivo”.
Francia ha querido ser la abanderada de la lucha ante los
productos prohibidos, y yo alabaría esta iniciativa de
Francia si hubiera sido en un momento en el que en el
pelotón hubiera habido dos o tres franceses capaces de ganar
algo, pero cuando estas iniciativas parten de quienes no
tienen, ahora mismo, un solo corredor que pueda hacer algo,
entre los diez primeros del paquete, entonces esa lucha “de
los gabachos” por la pureza me causa muy poco respeto. Así
es y así hay que decirlo.
Si ahora se toma, y se toma más de la cuenta, cuando Fignon
ganó el Tour también se tomaba. Si ahora se corre al límite
de la legalidad, cuando corría el campeonísimo Hinault se
corría así o de forma parecida, con lo que la pregunta está
clara ¿ Por qué ahora sí, controles rigurosos, y antes no?.
La respuesta está más que clara sabiendo lo que son y lo que
han sido siempre los franceses.
En cuanto a España, como siempre, o en el vagón de cola, o
haciendo el Quijote y siendo más papistas que el Papa. El
máximo responsable del deporte español, el ínclito
Lissavestky, llevado en su afán de estar en la cresta de la
ola, ha hecho el juego a los franceses, y en la Operación
Puerto lo único que logró fue una chapuza, en la que cayeron
muchos pero ..., la situación no ha mejorado, más bien todo
lo contrario.
Este año, por tanto, tendremos siesta en el mes de julio,
mientras se esté corriendo el Tour, y estaremos a años luz
de los años 91,92, 93, 94 y 95, cuando Miguel Indurain era
el dueño de la primera prueba del mundo y cuando los
agricultores, los comerciantes, los de la banca y hasta las
amas de casa comían antes para no perderse ni una imagen de
lo que se nos estaba enviando desde Francia.
Un Tour con interés paralizaba dos horas el país y luego,
tras el final de la etapa, parecía que se iba a trabajar de
mejor gana, con mejor semblante. Un Tour descafeinado,
anodino y sin interés alguno nos deja dormidos ante el
televisor, o nos lleva a ver otro programa que nada tiene
que ver con el mundo del deporte.
En estos días, en el comienzo mismo de la ronda francesa,
uno no puede por menos de echar la vista hacia atrás y
recordar los buenos ratos y la ilusión que nos aportaban
Bahamontes (genio y figura), mi paisano Julio Jiménez, el
relojero de Ávila, José Pérez Francés, el que si podía le
cerraba el paso al mismísimo Federico, aunque fuera en
beneficio de algún italiano o belga, y a la serie de figuras
del pelotón pertenecientes a otros países, Anquetil, Roger
Riviere, Van Loy, Charly Gaul, Fausto Coppi y más
recientemente el monstruo Edy Merks, o el español, pero
formado en Francia, Luis Ocaña, el corredor con peor suerte
de todo el pelotón, aunque era, con diferencia, el que tenía
más clase de todos.
Hablar de todos estos implica hablar de ciclismo duro a cual
más, con una docena de nombres a la salida del Tour, capaces
cualquiera de ellos de ser el que se iba a hacer con el
triunfo final.
Hoy, las tácticas, los Eufemianos Fuentes, los Manolos
Sainz, y toda la pandilla que ha copado el mundo del pedal,
lo están dejando como un patatal y a estas horas, a punto de
comenzar la primera prueba del mundo, escasos son los que se
han interesado por ver cuantos corredores y cuales de los
españoles van a hacer la salida de la prueba. Vivir para
ver.
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