¿Han tenido ustedes conciencia, en
alguna ocasión, sobre lo repulsiva que resulta la expresión
“Sin pelos en la lengua”? De hecho ¿Se imaginan una lengua
peluda, abrir la boca y que surja una maraña de rizos? Tíos,
que asco.
Pero como es españolísima frase hecha, que apunta a la
sinceridad, la utilizo y la considero digna de creyentes, ya
que a todos los monoteístas, por nuestras hermosas
religiones, nos está prohibido mentir o falsear la realidad.
De hecho, el maquillaje hipócrita del eufemismo baboso, que
tanto se utiliza hoy en día, es pecaminoso, por cuanto tiene
de falsario y de distorsionador de la auténtica verdad. “La
verdad os hará libre” reza el escudo de una de nuestras
órdenes religiosas y como servidora quiere ser libre,
tirando a libertaria de la derecha republicana, está
dispuesta a hacer uso y abuso de la bella cualidad de la
veracidad sin tapujos al hablar de la gran esperanza blanca
de la derecha española: Rodrigo Rato. De hecho, cuando Aznar
apuntó en el cuaderno azul los nombres de tres candidatos,
para elegir él, que no un Congreso, al que le iba a suceder
en la Presidencia del PP, fuimos muchos los que dudamos
entre las capacidades de dos tipos igualmente carismáticos.
Por una parte estaba el político mejor valorado del PP, por
las muestras de estrategia y testiculina de las que hizo
gala al frente del Ministerio del Interior. Jaime Mayor
Oreja, adorado por las bases, fue descartado y relegado a un
sombrío papel en el País Vasco, para que no hiciera sombra.
Bien, luego estaba el Vicepresidente Económico Rato, también
carismático y también con huevos. Demasiados tal vez para el
talante de Aznar, por lo que fue desechado y se largó de
Presidente al FMI donde sí supieron valorarle. La
estupefacción de los afiliados fue total ante la elección de
Mariano Rajoy. Un buen hombre, honesto y preparado, pero con
menos carisma y menos tirón que un caracol de criadero.
Aunque, probablemente, Rajoy presenta las mismas
características que Arenas: fidelidad y disponibilidad total
a José María Aznar, sin ningún tipo de discrepancias,
enfrentamientos, oposición o disparidades. Buenos vasallos.
De hecho, Arenas es tan fiel que le mantienen en Andalucía,
descartando a tipos andaluces carismáticos y capaces de
poner de pie a un campo de futbol, como José María del Nido,
el Presidente del Sevilla, que tiene arte, capacidad, tirón
popular y encanto. Pero no es palmero. Como Mayor Oreja y
Rato también se negaron a serlo y desaparecieron
prácticamente, uno en los EEUU, el otro ni se sabe y el PP
se empobreció. Ni Rajoy, ni Acebes, ni Zaplana, tienen
carisma. Son buenos hombres, correctísimos, educadísimos y
muy finos. Pero no hay Sarkozys entre los populares. Algo
bueno y malo. Si atendemos al ejemplo francés, los gabachos
no votaban a Chirac, sino al partido, no a la persona sino a
la ideología. Ahora votan a Sarkozy, a la persona “capaz” de
representar esa ideología. Con Rajoy acontece lo mismo, ni
encandila, ni entusiasma, ni enardece, pero es un hombre
correcto que representa al PP y la gente vota PP. Tal vez
por eso, el aterrizaje de Rato, nos ha devuelto cierta
ilusión de contar con un lider que ponga de pie a la
población y que genere confianza. Hay quien dice que se hará
con un cargo relevante en el mundo empresarial y que, entre
servir a España y forrarse los huevos de billetes, puede
apostar por lo último. Pero, sin pelos en la lengua, opino
que Rodrigo Rato llegó al FMI utilizando como trampolín un
cargo de vicepresidente económico al que arribó por nuestros
votos, es decir que tiene una deuda con los españoles, una
deuda moral irrenunciable que ha de saldar poniéndose, en
estos momentos duros, al servicio de España, cumpliendo con
su obligación ética y estética. Si lo hace, que Dios se lo
premie, si no lo hace, que Dios se lo demande. Si lo hace le
seguiremos, si no lo hace es que es un golfo. Y digo la
verdad, sin pelos en la lengua.
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