Recordar el pasado es vivir en el
presente y caminar hacia el futuro. Sin pasado no existe ni
presente ni futuro. La historia, de cada uno de nosotros, se
empieza en el pasado, bueno o malo, pero es el inicio de
cada historia y no puede haber historia si se carece de
inicio.
Por eso cuando una amigo, de esos que tiene uno repartido
por todos los lados, me llamó desde la Costa del Sol, para
comentarme que, Antonio Sampietro, había escrito un libro
haciendo referencias a su paso por nuestra tierra,
inmediatamente volvió a mi cerebro aquella campaña que se
llevó a cabo con la llegada del GIL.
¿Quiénes fueron los causantes de que el GIL viniera a
presentar su candidatura a Ceuta y apareciera al frente de
ella, Sampietro?. Todos ellos tienen nombres y apellidos.
Gentes de Ceuta, de esas que siempre han tenido en sus
labios el gran amor que tenían por su tierra a la que
querían más que a su propia vida, que se largaron a Marbella
a rogarle a Jesús Gil que apareciera por esta tierra porque
su presencia era necesaria para salvarla del caos en que
estábamos inmersos. Y que conste, en acta, que no se les
cayó la cara de vergüenza.
Ya apreció el GIL con toda la parafernalia del mundo,
prometiendo todo lo que podía prometer y más, cosa que
aplaudían a rabiar todos esos que habían estado en Marbella
rogándole que viniese a salvarnos.
Nos prometieron un hospital, cosa que no podían hacer,
hoteles de superlujo que serían arrastrados a una u otra
bahía, la unión de los dos mares que podríamos pasear en
barca mientras los gondoleros nos cantaban o algo así y, por
si fuera poco, caballos y perros. Los perros vinieron, ya
creo que vinieron y, algunos, me parece que aún están por
estos lares. Los caballos no pudieron hacerlo porque les
estaban poniendo los frenos de mano, en Alemania, para poder
bajar la calle Real.
Doce mil incautos picaron en el anzuelo y recibieron con la
mayor de las alegrías la aparición del GIL en nuestra
tierra. Sólo unos pocos no picamos en ese anzuelo lazados
por los cuentistas y animados por los ceutíes que fueron
llorando a Marbella para entregarles nuestra tierra en
bandeja de plata.
Y de esos que no picaron el anzuelo y se pusieron frente al
GIL desde el primer momento, se encontraba el editor de
nuestro periódico, Cañamero y servidor. Fue una lucha sin
cuartel, donde el editor se jugó muchos millones de pesetas
y nosotros dos toda clase de amenazas, incluidas la de
muertes.
Otros, de esos que tanto quieren esta tierra, incluso más
que a su propia madre, optaron por pegarse al GIL y
realizarle una buena campaña. Poderos caballero es don
dinero, para que algunos desdeñaran el apoyo a esta opción
política.¡Menos mal que, para todos ellos, Ceuta está por
encima de cualquier cosa y que la quieren más que a su
propia madre!.
José Antonio Muñoz, Cañamero y servidor al que se uniría,
algo más tarde, Manolo de la Torre, sin quererla tanto como
todo esos falso e hipócritas, luchamos contadas nuestras
fuerzas para que no gobernara el GIL. Por cierto y testigo
tengo de ello, rechacé una gran cantidad de dinero que me
ofrecieron en Marbella.
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