La difusión el pasado 3 de junio,
vía satélite, por la cadena qatarí ‘Al Yazzira’ de un vídeo
del grupo terrorista ‘Al Qaïda en el Magreb’ en el cual se
denunciaban las “torturas” (sic) sufridas por los presos
islamistas en la cárcel de Salé, ha sido interpretado como
la luz verde para la preparación de acciones terroristas
contra Marruecos. Ello, unido a la época estival (el turismo
es un sector muy sensible) y a las próximas elecciones está
creando un clima favorable al reforzamiento ostensible de
las medidas de seguridad, a la que pudiera no ser ajena la
nueva ley de prensa que se está debatiendo. De hecho, dos
días después de la emisión del vídeo por ‘Al Yazzira’ y del
desmantelamiento de una célula terrorista en Tetuán, cuya
misión sería enviar “voluntarios” marroquíes para la “yihad”
en los campos subsaharianos (norte de Malí, limítrofe con
Mauritania y Argelia), Abdelatif Hammouchi se reunía en
Temara con los directores centrales de la DGST a fin de
evaluar el conjunto de las amenazas terroristas que se
ciernen sobre el país.
Dentro de las estrategias seguidas por el Reino de Marruecos
podríamos destacar tres:
- Una en el campo ideológico (yo le doy suma importancia),
con la toma de iniciativa “teológica” de los Consejos de
Ulemas en la guerra contra el terrorismo islamista.
- Dos en el campo de la seguridad, que pasarían por el
retorno al país de destacados cuadros especializados en la
lucha antiterrorista destinados en el exterior y otra, con
la incorporación de militares como refuerzo para las fuerzas
policiales.
Detengámonos en este punto, que complementaría por otra
parte el nuevo despliegue de las ‘Fuerzas Auxiliares’ por el
país supervisado recientemente por el controvertido general
Hamido Laânagri y que intentaría paliar la penuria de
efectivos, pues según fuentes solventes anualmente pasan al
retiro unos mil quinientos agentes de policía, que son
magramente substituidos por apenas mil jóvenes
incorporaciones, si bien la DGSN ha previsto para este año
un aumento de tres mil policías suplementarios (¿de donde
van a salir?) de los que 2/3 partes irán destinados… a
Casablanca. Si bien en caso de crisis los prefectos de
policía pueden solicitar la ayuda de las curtidas CMI
(‘Compañías Móviles de Intervención’) o de los diez mil
efectivos de las infravaloradas ‘Fuerzas Auxiliares’ (cuatro
mil “mehanis” refuerzan actualmente las fronteras
mediterráneas y del Atlántico). Ello ha llevado a las
autoridades a reclutar refuerzos extraídos de las FAR
(‘Fuerzas Armadas Reales’), que complementarían a los quince
mil militares recientemente desplazados a Casablanca, Agadir,
Marrakech, Fez y Mekinés. Parece que hasta el momento unos
dos mil quinientos soldados han decidido dejar el uniforme
militar y vestir el de la policía, cambiando en su mayoría
sus actuales destinos por el de la populosa “Gran
Casablanca”, la capital económica del país. ¿Por qué ese
obsesivo refuerzo de seguridad desplegado en Casablanca?;
¿acaso temen las autoridades, no ya amenazas terroristas,
sino una “explosión social?. Porque no sería la primera vez…
y el horno vuelve a no estar para bollos.
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