Según la última macroencuesta
sobre la violencia contra las mujeres del Ministerio de
Trabajo y Asuntos Sociales, alrededor de 1,8 millones de
mujeres residentes en España, casi un 10% del total, sufrió
algún tipo de maltrato en sus hogares a lo largo de 2006. De
acuerdo con las estadísticas, serían 200.000 menos de las
que padecían la violencia de sus parejas o sus ex parejas
hace 7 años, en 1999.
Desde esa fecha, invariablemente, las melillenses y las
ceutíes han sido las españolas que han denunciado más casos
de maltrato de género en términos relativos, muy por encima
del resto de comunidades y doblando casi la media nacional:
mientras que en el conjunto del Estado la media de denuncias
formuladas ante la Policía apenas supera los 300 casos por
cada 100.000 mujeres, en las dos ciudades autónomas ronda
las 600. El amplio abanico de iniciativas y campañas
desplegadas por las instituciones y por otras entidades
sociales durante los últimos meses y años para hacer frente
a este fenómeno no parece haber servido para más que para
que el número de denuncias se vaya acercando cada vez más al
volumen real de casos de maltrato doméstico que existe en
nuestra sociedad. Sólo durante los primeros cuatro meses de
este año han sido 82 las ceutíes que han denunciado a sus
parejas o ex parejas y 14 ya han sido condenados por delitos
o faltas relacionados con este tema. La media mensual supera
las 20 denuncias y roza las cuatro condenas, una auténtica
barbaridad para una localidad como ésta.
Desde el Centro Asesor de la Mujer se ha valorado el
incremento de la concienciación tanto de las víctimas como
de sus entornos de que no tiene sentido soportar esa condena
en silencio. Sin embargo, con la conciencia no basta.
Superando todos los inconvenientes que se puedan encontrar,
todos debemos estar más dispuestos a tomar la iniciativa y,
cuando seamos conscientes de la existencia de un caso de
maltrato en nuestro entorno familiar, social o vecinal,
ponerlo en conocimiento de las autoridades. Así tal vez
dejemos de ser líderes a nivel nacional en otra nefasta
estadística además de la del paro o la del fracaso escolar.
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