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OPINIÓN - DOMINGO, 1 DE MAYO DE 2007

 

OPINIÓN / EL ESQUINAZO

Rodrigo Rato
 


Jesús Carretero
jesuscarretero@elpueblodeceuta.com

 

Otra vez aquí, tras su brillante paso por el FMI, que dejará a partir del mes de septiembre, un año antes de lo previsto.

¿Por qué? Es la pregunta que se ha empezado a hacer, especialmente, la clase política de nuestro país y la respuesta a esta pregunta sólo él, posiblemente sus más allegados y pocos más podrán responderla.

En el PP, aunque haya sectores que pueden ver nubarrones, o las cosas más claras, depende de los grupos, no ha habido sobresaltos de ningún tipo, y es que, tal y como están las cosas, no tiene que haberlas, cuando estamos en vísperas de unas elecciones generales.

Otra cosa sería si faltaran dos años o si en las próximas elecciones Mariano Rajoy no ganara esas elecciones, entonces es cuando podrían aparecer los cambios o las mudanzas. Por lo demás tranquilidad.

Y hay que ver la llegada, de nuevo, de Rato más como una baza positiva para el PP, que como un contrincante a medio o largo plazo para Rajoy.

La experiencia, el buen hacer y la talla de Rodrigo Rato en la economía, haría que en las próximas elecciones su inclusión en la candidatura del PP fuera un reclamo más para dar el último tirón y llevar al líder del PP a la Moncloa.

Donde el pulso puede alterarse un poco es en las filas del PSOE, salvo que Rodríguez Zapatero se saque un conejo, si es que lo tiene, de la chistera para hacer frente a este “refuerzo” del Partido Popular.

Lo poco que ha trascendido de la conversación del Presidente del Gobierno, Zapatero, y el director del FMI, no deja ver nada más que cordialidad y respeto hacia la decisión tomada por el señor Rato. Sin embargo, en las entrañas de Ferraz se empieza a mover todo lo que esté en sus manos para buscar un contrapeso a esta inesperada llegada.

El que no podía faltar en sus manifestaciones más arriba del sol y por debajo de los infiernos era el portavoz del PSOE en el Congreso de los Diputados, Diego López Garrido, al asegurar que lo único que haría la llegada de Rato a la política, de nuevo, sería introducir algo de emoción para el PP, pero que en nada iba a afectar a los socialistas. Este como siempre, en otro mundo.

La sucesión, en su día, de José María Aznar por parte de Mariano Rajoy fue, en parte, una sorpresa y en parte una decisión que era la más conveniente para todo el PP. Rajoy caía bien o, mejor dicho, no caía mal en ninguno de los sectores populares. Tenía buena imagen hacia fuera y, tal como estaba la situación, parecía el sucesor ideal.

Rato era otra cosa. Su éxito en su departamento le hacía caer muy bien en amplios sectores de la sociedad del PP y de fuera de ella, pero el no ser un hombre fácilmente moldeable, dentro de la casa creaba recelos.

Particularmente creo que era más valorado desde fuera que desde dentro, y mucho más temido por la oposición que Rajoy. Así son las cosas.

Es cierto que él, con tiempo, con mucho tiempo, cuando la decisión no estaba tomada de quien sería el sucesor de Aznar, había dicho que no quería ser el sucesor.

Y es posible que tuviera razón porque las líneas a seguir podrían chocar entre la política llevada y la que propondría para el futuro, con todo, esto ya no puede ser más que una mera especulación, que ninguna realidad va a tener en el futuro, porque aquello ya pasó.

Hace un par de días leíamos una opinión, sobre Rato, a García Abedillo, donde decía que “ Rato es un activo no sólo para el PP, sino para la política española. Su lealtad está fuera de toda duda. Su capacidad se vio reconocida internacionalmente cuando logró algo que nunca antes había conseguido un español: llevar la gerencia de la institución financiera más importante del mundo. Por tanto, sería un lujo no poder contar con él”.

Es este el comentario más atinado que se ha hecho, de los que yo he leído y oído estos días sobre el político español, hecho sobre el político, sobre el padre que quiere ocuparse directamente de la educación de sus hijos.
 

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