Hace años esto se veía como una
cosa reservada, tan sólo, a los personajes que famosos y no
contentos con su aspecto trataban de ser ellos mismos, pero
con otras facciones.
Era el gasto, de los que pueden para ser más bellos,
especialmente en las mujeres. Para quitar una nariz picuda y
aparecer con otra mas respingona. Era la forma, hoy también
lo es, de cambiar sus características físicas, naturales,
por otras “postizas” pero mejor diseñadas.
Hoy la cirugía estética se va poniendo de moda, yo diría que
es la moda actual, no sólo para ricos, faltaría más, sino
para todos aquellos que , no contentos con sus aspectos
faciales, especialmente, tratan de presentarse con otra
forma más moderna, más estilizada y más a tono con lo que se
pretende llevar hoy.
Hasta hace poco tiempo, pensábamos que la moda estaba en la
forma de vestir, de calzar o incluso de usar tal o cual
peinado. Hoy la moda está, también, en las forma o las
silueta de su físico, lo que hace que en estos momentos el
asunto de las hipotecas ya no se quede únicamente en la
compra de un piso, mejor situado o con más cuartos de baño.
La hipoteca ha caído incluso en los gastos que se hacen para
mejorar el cuerpo, y no porque el cuerpo esté enfermo, sino
porque no tiene la forma que llama la atención en la
televisión.
Y al hablar de hipoteca, más bien de préstamo o crédito, no
estamos hablando de una cantidad irrisoria de doscientos, de
trescientos o de veinticinco mil euros.
La “operación reciclaje” para dejar una faz hermosa o un
cuerpo más estilizado, puede partir del millón de pesetas, y
de ahí en adelante lo que se quiera.
Claro que, como en todo, los precios van variando hasta
cifras muy elevadas, empezando por ese “milloncejo” que
comprendería un régimen de comida, programada, ciertos
masajes y..., poquito más durante una temporada, para luego
seguir, a otro precio naturalmente, con ligeras
intervenciones, pero sin entrar en muchos “dibujos” en lo
que a cuestiones médicas se refiere.
En los hombres, de momento, no ha calado demasiado esto,
pero las damas, todas quieren parecerse a Isabel Preisler,
de la que dicen que está más joven y más guapa que sus
hijas. Esta sería el modelo más a seguir, así como a ex
spice girl, hoy dama de Beckham, esa que a su llegada a
España algún periodista, pero sólo él, la oyó decir que este
país olía a ajo.
Y nada malo sería que lo dijera si un día se diera una
vueltecita por Las Pedroñeras o por el mercado de Ávila, en
ciertas épocas del año. Lo malo para las damas de La
Pedroñeras o del mercado abulense está en que con los ajos
solos no se puede presentar el aspecto de Victoria.
Hoy por hoy, en todas las facetas de la vida, tiene mucho
tirón la publicidad, de cualquier producto que sea y aquello
que aparece en la pantalla o en “los papeles”, es lo bueno
que hay que seguir. Primero se mira el producto, luego los
efectos, si los tiene, y por último el precio.
De hacer el recorrido al revés la situación llevaría a
vender menos, a consumir menos y a fijarse si, de verdad,
era efectivo. Siguiendo el camino que hemos marcado, se ve,
se adquiere, se paga y luego Dios dirá.
Pero lo que no deja de ser sorprendente, propio sólo del
consumir por consumir, es enfrascarse en una deuda, a veces
millonaria para pasar de ser Ramona a Isabelita, de tener el
tipo y el diseño de Petra a ser únicamente Victoria Beckham.
La población va creciendo, las normas van cambiando, los
gustos se deterioran, la naturaleza igual que la ley cambia
también y la forma d abordar los problemas que aparecen es a
costa de dejar de ser tú misma, para seguir siendo tú a
secas, eso sí, con menos kilos y con otra nariz “ a la
moda”.
Manda narices, que ahora veamos en esta parte de la faz
femenina uno de los elementos de la moda.
Estoy convencido de que si en estos momentos volviera a
aparecer Cervantes con su Don Quijote, la propia Dulcinea
habría cambiado de aspecto y no digamos Maritormes.
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