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OPINIÓN - VIERNES, 29 DE JUNIO DE 2007

 

OPINIÓN / EL OASIS

Ángel Gómez
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Hace ya bastantes meses que le dediqué esta columna. Y no fue para felicitarlo, sino para animarle a soportar aquel difícil momento en el cual no pudo impedir que muchos de los suyos se manifestaran ante la puerta del Ayuntamiento. Un duro golpe que estuvo a punto de noquearlo.

Pero, una vez más, Ángel Gómez se levantó a tiempo para salir indemne de aquel mal trance. Cierto es que mucha gente lo defendió -sobre todo los movimientos vecinales-, aunque conviene decir que este hombre se crece ante el castigo.

De no ser así, imposible le hubiera sido a este vallisoletano, que lleva más de media vida en Ceuta, afrontar los problemas que le han ido surgiendo al frente de la Policía Local, con el éxito conocido. Y a los hechos me remito:

¿Quién no recuerda de qué manera supo librarse de las garras de Francisco Fraiz?: Alcalde atrabiliario que se la tenía jurada a Gómez desde antes de tomar posesión del cargo.

Sí, ya sé que el jefe de la Policía Local tuvo que luchar denodadamente para poder reintegrarse a un puesto que el monterilla Fraiz trató por todos los medios de quitarle. Se dijeron muchas cosas al respecto; y algunos optaron por la vía de la infamia para procurar acabar con AG. Tal vez debido al temor que decían tenerle por lo bien informado que estaba de la vida y milagros de ciertos políticos.

Alguien, conocedor de la trama, me dijo entonces que muchos decían cosas malas de Gómez no por lo que sabían de él, sino por lo que él sabía de ellos. En cualquier caso, la verdad del cuento es que el jefe de la Policía Local volvió a su puesto con nuevos aires y renovados bríos. Y, desde luego, convencido de que había ganado una batalla difícil y ante un enemigo complicado. Lo cual, unido a su reconocida habilidad y conocimientos de cuanto acontecía en un Cuerpo que iba creciendo con el paso de los años, hasta convertirse en una institución tan poderosa como nutrida y complicada, lo situó otra vez como manda importante y temido en muchos aspectos.

Confiado en su poder, cuando se quiso dar cuenta ya estaba Antonio Sampietro pisándole los talones. Tal vez porque Ángel Gómez nunca renegó de su militancia en el Partido Popular. Y, naturalmente, porque su cargo gustaba de manera extraordinaria a varios de los militares que habían hecho proselitismo del GIL en los cuarteles.

Antonio Sampietro, quien anda ahora contando historietas acerca de su pasado presidencial en Ceuta, dedicó parte de su tiempo a sacar de sus casillas a Gómez. Lo trató como a un don nadie y lo sometió a las pruebas más injustas. Y allá que nuestro hombre, con más años y con menos ganas de pelear, parecía que estaba dispuesto a ceder. Máxime cuando algunos de sus colaboradores más apreciados, y en los que había depositado toda su confianza, se bebían los vientos por los gilistas y le daban la espalda.

De pronto, cuando menos lo esperaba, ¡zas!: Se produjo el voto de censura y los suyos, los populares, nada más hacerse con las riendas del poder, lo devolvieron a su sitio y, encima, lo ascendieron a Superintendente. Más tarde fue Director General de Gobernación y, luego, Director General de Protección Civil.

Ahora, cuando apenas se hablaba de Ángel Gómez y existía cierto interés en mantenerle alejado de su cargo, me entero de que regresa a su despacho como Superintendente de la Policía Local. Y me alegro muchísimo de lo ocurrido. Sobre todo porque a ver si de una vez por todas consigue que el consejero de Gobernación pueda hacer su labor sin que tenga que andar a cada paso mirando hacia atrás. Lo cual sería un síntoma de mejora en el Cuerpo...
 

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