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OPINIÓN - JUEVES, 28 DE JUNIO DE 2007

 

OPINIÓN / ESPAÑA CAÑÍ

Misión de Paz, Misión de Guerra
 


Nuria Van Den Berghe
nuriavandenberghe
@elpueblodeceuta.com
 

Anteayer todas las portadas nos hicieron estremecer con el grito callado de un soldado español que portaba, junto a otros tres, el cuerpo sin vida de un compañero asesinado. Un grupo de adolescentes, de niños con edades de segundo de Bachillerato o de primero de cualquier carrera o de FP2, masacrados por el terror más repugnante, cobarde y vil que jamás haya existido en la Historia de la Humanidad. Para mí los terroristas son escoria y el único bueno es el terrorista muerto. Dicho está y lo firmo y lo ratifico, lo sostengo y lo mantengo, lo reitero, lo pienso y lo siento.

¿Alguna protesta por parte de los profesionales de la buena conciencia? No las dirijan a mí sino reclamen a nuestros bravíos arquetipos hispanos y a nuestra recias raíces celtíberas. Yo tan solo soy un humilde producto genético de revoltillo de ADN. Y todos mis hispanorrifeños cromosomas se rebelan y aúllan un dolor sin límites ante la muerte en tierra extraña de un grupo de chavales, de un grupo de soldados, la troje de la mies de esta España que algunos quieren reciclar en cobardona y acomplejada. Eran militares. Hombres de honor. Garantes de la integridad de la Patria. Nuestros. Porque sus jóvenes vidas truncadas se enraízan con el imaginario colectivo de esos padres que, rechazamos tajantemente que, la vida castrense, pueda ser un recurso para ganar un sueldo y tener una colocación, porque es infinitamente más. Los soldados, nuestros chavales, juran la bandera y juran amor y lealtad a España, aprenden a luchar y a morir en combate. Que no a ser asesinados a distancia por unos cobardes cabrones.

El tiro en la nuca, la bomba a distancia, el psicópata que asesina a inocentes, esos actos repugnantes y rastreros, tienen tal falta de hombría, tal travestismo moral que, quienes los acometen, deberían ir disfrazados de drag queens, con toda la simpatía que me merece el arte de estos personajes, pero como mínimo ponerse tacones con plataforma y repintarse el hocico antes de matar. Porque hay hombría en el enfrentamiento en las trincheras, a bombazo limpio, a tiros, cuerpo a cuerpo, jugándose los huevos. El terrorismo no es así. Es cobardemente afeminado, me excuso y rectifico como fémina, porque las mujeres no somos cobardicas ni cagonas y bien que tuvieron que bregar los guiris del Imperio Romano cuando vinieron a colonizarnos para neutralizar a las celtíberas que mataban a sus hijos antes de dejarles caer prisioneros. Aquí sobra raza, exudamos raza y no tenemos que justificar las intervenciones de nuestros soldados con la grimosa coletilla de “Misiones de Paz” y decir lo de la “paz” con una entonación ñoña, de excusa, como si quisiéramos conformar a los chusmoncillos del pacifismo cursi y merengoso. ¿Qué Misión de Paz ni que testículos en manteca? Nuestros chicos van a lo peor de lo peor, a lugares en guerra y tienen que bregar con salvajes para tratar de imponer un cierto orden, dando la extraordinaria lección de generosidad de no permitir que, unos tipos que, ni son nuestros, ni nos van ni nos vienen, se destrocen entre ellos. ¿Qué dicen? ¿Qué la democracia occidental es, según el politólogo Sartori, sencillamente, inexportable fuera de las fronteras de Occidente? Ya lo sé. Pero, nuestros niños, no llegan con urnas y papeletas, ni con pontificadores que adoctrinen a los autóctonos sobre las ventajas del constitucionalismo, llegan con armas y con la testiculina estabilizada.

Y no van a repartir yogures entre la población, porque no son monjitas misioneras, ni a regalar mantas, porque no son Damas de la Caridad. Van a enfrentarse a los malos, con un inmenso valor, con el honor que se presume a nuestros soldados, con los redaños de la raza. ¿Qué había chavales colombianos? Lógico. Nuestros primos directos, descendientes de españoles, con apellidos españoles y rezando en español. Tengo un nudo en el corazón y una pena negra y mala por esas muertes, por ese infanticidio, buena sangre hispana en el Líbano, para abonar la tierra mártir y que renazcan los cedros.

Soldados de España que, estáis en la luz : ¡Presente!.
 

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