La familia como núcleo originario de relaciones sociales
y, en ocasiones, definidor de caracteres personales, ha sido
objeto de una atención continua por todos los profesionales.
En este sentido, las novedades introducidas en la concepción
de la misma, por las reformas legales del año 2005 están
generando un continuo debate jurídico social. Por ello,
durante dos días se celebran estas jornadas, organizadas por
el Colegio de Abogados en colaboración con el Centro Asesor
de la Mujer y dirigido a todos sus colegiados, en las que se
pretende analizar, por profesionales de la psicología y el
derecho, los temas más cuestionados de las modificaciones
realizadas en los cuerpos legales.
José Manuel Aguilar Cuenca es un prestigioso psicólogo que
ha publicado numerosos libros sobre el Síndrome de
Alienación Parental, más conocido por sus siglas en inglés,
SAP; un síndrome que se basa en el proceso a través del cual
uno de los progenitores educa en el odio al menor para que
rechace al otro progenitor en los procesos de separación o
divorcio.
El extenso conocimiento del psicólogo sobre este tema ha
provocado su participación como ponente en la sesión
inaugural de las jornadas sobre Derecho de Familia, que
llegan hoy a su fin en los salones del Hotel Tryp.
Pregunta: ¿Cuáles son los signos de alerta para detectar
este síndrome?
Respuesta: Los signos de alerta son, por ejemplo, cuando el
niño empieza a venir cabizbajo cuando antes venía alegre a
ver a su padre o madre. También cuando éste empieza a poner
excusas y se produce una interferencia en las
comunicaciones. El alienador, en muchos casos, no le deja
ponerse al teléfono, o no comunica al otro progenitor que le
ha cambiado de colegio o cuando no se avisa de que está
tomando una medicina concreta, los regalos de cumpleaños no
llegan. Sobre todo, los padres lo detectan mucho cuando el
niño empieza a hablar con un lenguaje que es prestado, que
no le corresponde.
P: ¿Qué consecuencias puede provocar en los niños?
R: A corto plazo puede provocar ansiedad, matizaciones del
tipo de dolores de barriga, problemas de pesadillas, sueño
inquieto o problemas de alimentación. En definitiva, todo
aquello que esté relacionado con el estrés, como por
ejemplo, ataques de asma.
P: ¿Y a largo plazo?
R: A largo plazo tiene unos efectos gravísimos, son carne de
psicólogo cuando son adultos porque van de psicólogo en
psicólogo y necesitan tratamiento psicofarmacológico. Por un
lado, no quieren que se repita el modelo que aprendieron, o
bien, no quieren vincularse, es decir, no quieren generar
una nueva pareja ni familia porque temen repetir el modelo
aprendido.
P: ¿Existe algún tipo de legislación al respecto?
R: No, en España nada en absoluto. En Estados Unidos y en
México esto es un delito que está recogido en el Código
Civil y provoca el inmediato cambio de custodia. En nuestro
país no. Sin ninguna duda tiene que estar recogido como un
tipo de maltrato. Hoy en día se considera algo normal que
los niños sufran por un divorcio y esto es absolutamente
ridículo porque son los adultos quienes se divorcian. Las
parejas son las que se rompen, no las familias. Eso hay que
cambiarlo, se trata de una cuestión cultural porque hoy en
día los niños en nuestro país se consideran una propiedad.
P: ¿Existen grados o niveles dentro del SAP?
R: Este síndrome es un continuo que va progresando y va
desde leve, a moderado y severo. Leve es al principio,
cuando el niño empieza a expresar comentarios que ha tomado
prestados de su padre o de su madre, con frases como “tu
padre nos ha abandonado” o “no te pasa el dinero”. Moderado
es cuando el niño empieza a interiorizar eso y ya no quiere
ir a ver al otro progenitor. Y severo es cuando se rompe
realmente, y definitivamente, el vínculo e incluso hay
comportamientos agresivos en la relación con el otro
progenitor cuando el niño va a verlo.
P: Entonces, el alienador consigue su propósito...
R: Sí. El alienador consigue, así, su propósito y entonces
el niño pasa de ser educado en el odio a ser lo que llamaba
el defensor del menor de la comunidad de Madrid “un arma
arrojadiza”. Esto es, a agredir él mismo sin la necesidad de
que el adulto le supervise. Los menores en estas
circunstancias están absolutamente desamparados en el ámbito
judicial, se dice que son el bien superior a proteger y eso
es absolutamente falso. Se trata de un síndrome que se tiene
que diagnosticar a tiempo y se tiene que atajar desde un
principio, cuanto antes se haga, menos consecuencias podrá
tener para los menores.
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