Me pregunto si alguien le explica a los agentes de la
Guardia Civil que además de ser un cuerpo cuya función es
mantener el orden, hacer cumplir las leyes o sancionar a
quienes la incumplen también deben desempeñar otra función
no menos importante: la de prestar ayuda o socorrer al
ciudadano.
El hecho es que el domingo me pareció que hay por lo menos
dos parejas de este cuerpo que no lo tienen claro. Una
señora, que conducía un vehículo con matrícula del país
vecino, para en plena calzada en la carretera Benítez-Benzú
completamente desorientada y nerviosa. Se dirige a los
agentes, claro, en francés pidiéndoles ayuda.
La pareja, sin inmutarse y sin acercarse, se limita a
indicarle con un silbato que continúe, que no obstaculice el
carril, teniendo así la señora que dirigirse a los vehículos
que obligadamente paraban detrás para solicitarles ayuda a
ellos.
¿Es esa la imagen que queremos dar de nuestra ciudad? Yo,
que estaba parada detrás, le aclaré al agente que esa señora
sólo necesitaba que le indicaran la dirección correcta hacia
la frontera. El agente respondió entonces: “Esa no es la
forma”. Desde aquí, ya que apenas me dejó explicarme
tampoco, le digo que tampoco la suya lo fue.
¿Por qué esa forma de actuar? ¿Por la matrícula de Marruecos
o por hablar en francés? A todos nos gusta ser bien
atendidos cuando estamos perdidos, ¿o no?
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