Y no es nada agradable para
aquellos que en esta época del año tienen la oportunidad de
poder ir unos días a la playa.
Ceuta no iba a ser una excepción, aunque el hecho de dar a
dos mares le permite esquivar esta plaga que viene azotando
la costa mediterránea desde hace un par de veranos.
La costa atlántica, de momento, se salva de estos
desagradables inquilinos que, hasta ahora, no ha aportado
muchas satisfacciones.
Hasta ahora, ya veremos por cuanto tiempo, los verdes no han
dicho “esta oca es mía” incluso cuando se están colocando
las redes para frenar su llegada hasta las playas. Y mucho
me extraña que este grupo no haya dicho nada, lo que puede
ser por no tener claro a qué se deben estas llegadas, o
porque piensan que alguien se les echaría encima si tildan
estos movimientos como un elemento más del equilibrio de las
diferentes especies de la naturaleza.
Lo que sí parece estar claro es que estas llegadas poco
agradables no deben ser consecuencia de ese “calentamiento”
tan cacareado de la superficie terrestre y no debe ser
consecuencia de eso, porque, de momento, se está dando en
costas, muchas del Mediterráneo, mientras que las costa
atlánticas todavía no han tenido que soportar esta plaga.
La del Mediterráneo tiene sus explicaciones, por cuanto es
un mar tremendamente frecuentado por todo tipo de
embarcaciones, es un mar con poca salida a las grandes
superficies oceánicas, y es un mar que viene soportando un
elevado porcentaje de los residuos de la industria del siglo
y medio últimos.
La situación es así, pero sería por mi parte una osadía
atribuir a vertidos más o menos legales estas apariciones en
el Mediterráneo, o en gran parte de él.
El equilibrio en la naturaleza no es algo fácil de estudiar
y menos de mantener y basta con que haya habido aumento de
un producto que redujo al contrario a las medusas para que
estas, en las zonas cercanas al tráfico intenso del
Mediterráneo, hayan aumentado tan considerablemente.
Uno, echando la vista hacia atrás y muy especialmente a
aquellos movimientos tan bien orquestados del “nunca mais”,
se da cuenta de que esta plaga no ha caído por la zona
aquella de Galicia que tanto alboroto levantó frente al
Gobierno del País en los últimos tiempos de Áznar. Y digo
que menos mal, porque si esta llegada masivas de medusas
hubieran hecho su aparición en aquella zona, los “progres de
nada” ya tendrían el repertorio para el verano y como
preparación para las próximas elecciones generales. De
momento, algo no tan perjudicial están aportando as medusas.
Pero uno, que conoce el paño y sabe que a cualquier cosita
se le puede sacar mucha punta por parte de quienes con algo
tienen que justificar su militancia en esos grupos, empieza
a percibir el tufillo de que no se va a tardar mucho en que
aparezcan críticas a las redes esas que impiden llegar las
medusas a la playas. Tiempo al tiempo.
Lo malo de todo esto es que con ese tipo de críticas, frente
a ..., no se solucionan los problemas y esto, que visto a lo
lejos podría parecer un problema menor, puede atacar y muy
seriamente a la economía de varias costas, en cuanto al
turismo, por estos inconvenientes, con solo que se vaya
retirando hacia otra partes, dejando el mar por la montaña o
dejando ciertas costas, por otras a las que esas inoportunas
visitas no han llegado aún.
Aquí no se puede dejar nada a la improvisación, aquí hay que
tener controlado todo para en momentos como esos no causar
unos problemas irreversibles, especialmente cara al futuro.
Sin querer, no me lo proponía, he llegado a la base del
movimiento actual, lo económico, que hay que tratarlo con
verdadero tacto, para que no haya ningún elemento, por
pequeño que sea, que pueda desequilibrar el sistema ya
establecido. Porque no me digan que no es digno de tener en
cuenta de qué manera estos “bichejos”, sin “aparente”
peligro pueden romper toda la marcha perfectamente estudiada
y moldeada por expertos del turismo, en los despachos.
Nada hay que dejarlo a la improvisación, nada hay que
dejarlo de lado como si no tuviera importancia y cualquier
movimiento, por leve que parezca nos puede hacer ganar o
perder en pocas semanas mucho más que lo planeado con
estudios serios en una década.
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