Suena triste el cornetín de La Legión. El toque de oración
desgarra el alma de los valientes legionarios. Han muerto
seis compañeros, seis amigos, seis caballeros novios de la
muerte.
La Legión apunta sus nombres en el Libro de Oro, reservado a
los que dieron su vida cumpliendo su deber. Dedicado a
quienes obedecieron hasta morir. Letras de oro y sangre, de
vida y muerte, de corazones y almas que se reúnen con sus
antecesores allá en el paraíso legionario.
El Cristo de la Buena Muerte los acoge bajo su protección.
Millán Astray les da la bienvenida en el cielo y los sienta
con los más de diez mil héroes que vistieron el uniforme
verde. Todos juntos, todos camaradas, todos caballeros
legionarios, siempre novios de la muerte.
Seis estatuas legionarias
Seis pechos aguerridos
Seis corazones fuertes y
Seis ardientes latidos
Seis miradas al frente
Seis barbillas erguidas
Seis almas que se rinden ante la muerte y la vida
Y en medio, sobre la cruz,
Clavado su cuerpo inerte
El cuerpo de nuestro Padre Jesús
Cristo de la Buena Muerte
Te están velando, Señor,
Sus pechos son tu sudario
Pechos nobles y valientes
De tus fieles legionarios
Lejos suena el cornetín
Para dar el relevo
Otros seis legionarios
Otros seis van entrando
Golpes recios y marciales
Resuenan en el cielo y la capilla
Armas de muerte se rinden
Y se doblan las rodillas
Y allí, ante el Cristo Bendito
Aquellos hombres sin suerte
Le rezan a su Cristo
Cristo de la Buena Muerte
Seis ocuparán los sitios
De otros seis que se van
De nuevo vuelve el silencio
Un silencio sepulcral
Seis estatuas legionarias
Seis pechos aguerridos
Seis corazones fuertes
Seis ardientes latidos
Dedicado in memorian a Jefferson Vargas Moya, de 21 años,
Jackson Castaño Abadía, de 20, Juan Ericson Posada, de 20
años, Juan Vidoria Díaz, de 20 años, Jonathan Galea García y
David Puerta Ruiz, de 19 años, muertos en acto de servicio.
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