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OPINIÓN - DOMINGO, 24 DE JUNIO DE 2007

 

OPINIÓN / EL OASIS

El mito ya no se sostiene
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Fue antes de la temporada 2002-2003, cuando yo me pronuncié por primera vez acerca de Iker Casillas. Es decir, cuando me di cuenta de que el chaval estaba siendo sobrevalorado por personas cuya destacada vida social podían influir en la decisión de los aficionados. Seamos sincero: en esta vida, amén de tener valores individuales para desempeñar cualquier profesión, si no se cuenta con el beneplácito de quienes están ya reconocidos como figuras populares, difícilmente se consigue alcanzar metas altas. Y es que la gente, casi mayoritariamente, se deja llevar por las opiniones emitidas por quienes hablan o escriben en los medios más importantes.

Digo que me pronuncié para decir que Casillas, que empezaba a ser tenido como una figura indiscutible del fútbol español, no dominaba el juego por alto. O sea, que se dejaba avasallar en el área pequeña. Una zona donde los defensores son siempre superados por los delanteros que llegan al remate en carrera. Y, por tanto, corresponde al cancerbero hacerse fuerte en ese espacio.

Resalté, además, que el juego de Iker con los pies era tan deficiente como causante de que sus saques de portería acabasen siempre en poder de los volantes adversarios. Con lo cual cedía, continuamente, el dominio del medio terreno al rival. Expliqué, una y otra vez, que tácticamente era un portero inválido. Ya que nunca sacaba ventaja de la posición ideal que suelen disfrutar los porteros como último jugador de su equipo.

Pues bien, en aquel tiempo, cuando ya los cantadores de gestas recitaban las proezas del chaval en el uno contra uno -y las revistas del corazón lo habían ya convertido en objeto del deseo de todos los menoreros famosos de España-, mi opinión fue tachada de herejía y mucha gente no daba crédito a lo que leía. Hubo alguien, y conviene destacarlo, que también pensaba igual que yo y lo contaba en Canal Sur Televisión, ante la sorpresa de quienes compartían programa con él. Se llama Lalo, y por si ustedes lo desconocen, fue un extraordinario futbolista y un magnífico entrenador.

Pero había más: los hombres fuertes del vestuario madridista juraban en arameo y se acordaban de todos los antepasados de Casillas, cuando éste cantaba en las salidas por alto o rifaba el balón con los pies. Y, claro, Fernando Hierro y Raúl le dijeron a Del Bosque que ya estaba bien de seguir alimentando el cuento del alfajor.

Esa semana, el Madrid visitaba Vallecas y necesitaba ganar si quería hacerse con el título de Liga. Dada las dimensiones del terreno de juego, cortas y estrechas, César aguantó magníficamente el asedio por arriba e hizo de su saque una arma mortífera para los vallecanos. La victoria del Madrid esa temporada, en campo tenido por complicado, le dio alas para jugar las semifinales de la Copa de Europa en el Nou Camp.

De aquel partido, ganado por los madridistas, recuerdo un magistral gol de Zidane, la sensacional actuación de César, y la victoria holgada del Madrid que dejó la eliminatoria a punto de caramelo.

Luego llegó la final de Glasgow frente al Bayern Leverkusen. El Madrid ganaba y el conjunto alemán apretaba de lo lindo en los últimos minutos. César se lesionó y los jugadores blancos se echaron a temblar. Puesto que eran conscientes de que Casillas sería avasallado por los alemanes en el área pequeña. Y así ocurrió: cada córner era un martirio. Y, dado que no se hacía con los balones, en primera instancia, se sucedían segundas jugadas. Y en dos ocasiones, loado sea Dios, el balón golpeó contra su cuerpo. La España madridista vibró con la hazaña y dio paso al mito. Ahora, Federico Jiménez Losantos pide condena para Hierro, Del Bosque y Raúl. Y no creo que sea menorero.
 

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