Confeccionado el nuevo Gobierno y
expuestos ya sus componentes en plaza pública, Juan Vivas
debería descansar de tanto ajetreo, durante unos días.
Es lo justo: ya que debe haberle costado lo suyo quitarse de
en medio a tantas viejas glorias de un partido en el cual,
durante meses, de hace ya un tiempo, se libró una batalla
encarnizada por el poder entre Pedro Gordillo y
Emilio Carreira.
Cuando digo quitárselos de en medio, quiero decir de la
primera línea de gobierno; ya que algunos de los
damnificados se verán recompensados con cargos o empleos
provechosos y de poco o ningún trabajo. Es decir, lo que se
conoce por el nombre de sinecura.
Y es así porque el presidente puede, si lo desea o ve
conveniente para mantener el orden interno del partido,
prodigar dones, sinecuras y cargos milagrosos... Dar es
siempre más placentero que mostrarse tacaño. Sin duda.
Aunque el problema radica en saber repartir de modo y forma
que no sea peor el remedio que la enfermedad.
Lo cual no creo que suceda en relación con José Luis
Morales y Emilio Carreira. Ambos saben a ciencia cierta
que ahora les toca aceptar la canonjía correspondiente y
decir amén a cuanto ocurra en el partido. Y, desde luego,
han de tener siempre presente que Juan Vivas no hay más que
uno y, por tanto, se merece todo el respeto y admiración
posibles.
Los que no han salido muy bien librados, por ahora, son
quienes tuvieron algo que ver con EC cuando éste le disputó
la presidencia del PP a PG. Ni tan siquiera los tibios, o
sea, los que parecían nadar entre dos aguas; ni tampoco los
que se cambiaron de bandos, en el último instante, han
podido superar la barrera del sonido impuesta por el hombre
fuerte del nuevo Gobierno: Pedro Gordillo.
Presidente del partido, Senador, diputado de la Asamblea,
vicepresidente del Gobierno, y consejero o viceconsejero de
la Presidencia, PG será el muro infranqueable con el que van
a tropezar todos los que quieran convencer a Juan Vivas de
algo.
Sin embargo, tanto poder reunido en una sola persona, le
seguirá creando problemas. Me explico: aumentarán los odios
existentes contra él, que ya son muchos; le echarán las
culpas de casi todo lo malo que suceda en el partido y,
naturalmente, de todos los errores que cometa el equipo
gobernante.
Los adversarios de Gordillo, por no decir enemigos, esperan
ya ansiosos el día, que ven próximo, en el cual saque a
pasear su exuberante lengua, para arremeter contra él de
manera inmisericorde. Aunque el enorme poder que ha
atesorado servirá de freno a quienes no están sobrados de
valor para ponerle como chupa de dómine, merecida o
inmerecidamente.
Aun así, uno que lleva ya muchos años sin mantener
relaciones cordiales con el hombre todopoderoso de esta
ciudad, se va a permitir el consejo siguiente (Por más que
sepa que nunca se suelen atender los consejos no pagados).
Vaya Gordillo con cuidado; procure por todos los medios
mirar a su alrededor, cada mañana; no se fíe de quienes
hasta el momento han venido dorándole la píldora; trate de
no irse de la lengua en redacciones tenidas por amigas...
Pues luego se sabe por mentideros y tertulias lo que piensa
usted acerca de otros medios y de otras personas. Y, claro,
ello produce el consiguiente enfado entre los vilipendiados
o perjudicados. Y así podría ir relatándole detalles cuya
importancia se desdeña y sin embargo a veces, muchas veces,
resultan fundamentales para no meterse en ese jardín del
cual resulta complicado salir.
Por lo demás, y aunque nunca fuimos amigos, no me cabe sino
desearle suerte. Puesto que Juan Vivas, el presidente de la
Ciudad, la tiene como renta vitalicia.
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