La sabia de mí abuela, cuando
quitaban a alguien que lo estaba haciendo bien en el puesto
que ocupaba, acostumbraba a decir: “eso no es más que
desnudar a un santo, para vestir a otro”. La pregunta sería
saber si merecía la pena desnudar al primer santo, al que
las ropas le quedaban como un dandy, para ponérselas al otro
que como también decía la sabia de mí abuela: “aunque la
mona se vista de seda, mona se queda”. Y es que hay
personajes, a los que los trajes les quedan mejor que hechos
a medida. Por el contrario, hay otros personajes que le caen
como a un cristo dos pistolas.
Cuántos serán los santos desnudados, a los que los trajes
les caen mejor que hechos a medidas, para vestir a otros
santos cuyos trajes les caen como a un cristo dos pistolas.
La solución a la pregunta no han tardado mucho en dárnosla.
Y, como el que manda, manda, aunque según algunos, no es el
que manda, pues no hay más cera que la que arde y cartucho
al cañón, rematando con la consabida frase del que se mueva
no sale en la foto.
Ustedes no notarán ese cambio de traje, entre unos y otros,
impuesto por el que decide quién o quiénes se colocan en la
foto de familia, ocupando el lugar que el manda ha decidido.
Por supuesto que nadie intente cambiarse de sitio o
colocarse donde le parezca porque, desde ese mismo momento,
será apartado de la foto familiar, contando con todas las
papeletas para ser enviado al ostracismo. Vamos ese no sale
más en una foto familiar, ni por prescripción facultativa.
Así que, todos ellos, los de los trajes mejor que a medidas,
deberán estar muy atentos para no cometer el más mínimo
error. Pues un error puede ser considerado por el manda,
como una auténtica falta de disciplina y de obediencia hacia
su persona que, con toda seguridad, serán castigadas con las
penas del infierno. Y aunque dicen que le infierno no existe
como tal, todos ellos van a pasar un auténtico “infierno”.
Por qué se hacen las cosas mal, teniendo todas las papeletas
para hacerlas bien. Oiga, amigo guardia, a servidor que le
registren que no tiene nada que ver en ese asunto. Ese
asunto sólo me incumbe como ceutí, queriendo lo mejor para
mí tierra y, por supuesto, los mejores hombres y mujeres que
la gobiernen. Desde otro punto de vista me importa tres
pepinos los que hagan o dejen de hacer los mandas del asunto
porque, por principio, tengo la más completa seguridad que
en el pecado llevan la penitencia y a no tardar mucho
tendrán que rendir cuenta de esos enormes errores.
Se equivocan, aquellos que piensen, ni por un sólo momento,
que el pueblo es tonto de solemnidad. Demostrado está que es
de garrafón pero lo que no es, sin lugar a duda alguna,
tonto con balcón a la calle para que se la quieran dar con
queso y hacerles creer que los inútiles son los mejores,
haciendo desaparecer a todos aquellos que han marcado las
diferencias mostrando su bien hacer en la misión
encomendada. ¿Habrá sido ese su pecado, hacerlo bien?. Pues,
igual, sí.
Los errores en política se pagan a muy alto precio y más, si
con esos errores, se insulta la inteligencia de un pueblo.
El que avisa no es traidor. Mala comida tiene el asunto.
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