La imagen tradicional que se tiene del archivero, solo en su
despacho, con un sistema de trabajo totalmente individual,
no revela la realidad. Así lo constata el profesional más
célebre este área de la ciudad autónoma, el cronista
oficial, José Luis Gómez Barceló (Tetuán, 1964). Dice que no
trabaja en equipo, pero el trato con investigadores para
facilitar información bibliográfica es constante. “Por no
hablar de la cantidad de visitas que se reciben de público
no especializado que viene a solucionar dudas de su árbol
genealógico”. En la línea de romper tópicos añade el cambio
que han experimentado los archivos. “La informática e
internet han cambiado el panorama. La transmisión de
documentos ya no tiene distancia. Antes había problemas de
catalogación, pero ahora el inventario se puede hacer en red
y resulta más abierto”.
La dedicación a su trabajo y el espíritu autodidacta de su
formación como archivero han sido reconocidas de forma
especial en 2007. Por ello, el próximo sábado recibirá el
Premio de las Artes y la Cultura. Un galardón que valora la
contribución de Gómez Barceló como testigo atento de la
historia actual. “Escribo sobre el Estrecho, abarco los
puntos más importantes de la orilla sur -Campo de Gibraltar,
Tetuán y la ciudad autónoma-. No puedo cerrarme a la
historia local para escribir de Ceuta”.
Este tetuaní de nacimiento -su abuelo fue director del
hospital civil- subraya que el carácter fronterizo es básico
para que “una persona no pueda estar enfrentada a su
retropaís. Hay que vivir de cara para conocer el territorio
que nos rodea, sino no se podría entender el pasado de la
ciudad”, explica.
Sáhara
El cronista de la Ciudad ve la frontera con el país vecino
igual que el resto de fronteras. “Es una línea imaginaria
que marca dos mundos diferentes”. Un trazo en el mapa que, a
nivel sociopolítico, se complica cuanto más al sur del reino
Alaui. Especialista en los siglos XVIII, XIX y XX, hasta
1931, tiene una percepción concreta de la independencia
saharaui. “Marruecos y el Polisario tienen posturas
encontradas y distantes. El acuerdo se hace a todas luces
necesario, pero va a ser complicado”. Las negociaciones que
se están desarrollando en Nueva York (Estados Unidos) tienen
una lectura positiva a juicio de Gómez Barceló. “Poca gente
lo sabe, pero Marruecos fue el primer estado en reconocer la
independencia norteamericana. Desde entonces mantienen una
relación privilegiada porque fue su primer apoyo oficial.
Esto convierte a EEUU en un válido interlocutor”, explica.
Gómez Barceló lleva ya muchos años entre libros. Una
oposición le dio la oportunidad. El resto, trabajo. “Nunca
me he planteado si este era mi sueño. Los libros no son lo
único que me rodea, también hay fotografías y, sobre todo,
cuadros. Uno no debe conformarse con el escenario creado por
otros, también hay que buscar el de la realidad del
viajero”. Y de esto, él sabe bastante. “He recorrido casi
toda España, Portugal, Francia, Gran Bretaña, Marruecos,
pero me queda medio mundo por conocer”, señala.
Vivir inmerso en el tiempo pasado de Ceuta le da criterio
para elegir un personaje al que le pondría una estatua. “Si
me preguntasen, levantaría un monumento a Juan I de
Portugal. Marcó un cambio notable en la ciudad. Aunque
también debo decir que algunas esculturas que se pusieron
recientemente son de justicia con el valor del personaje,
como es el caso de Al Idrissi, una persona que no fue fruto
del localismo”.
No obstante, dice que las personas debemos vivir “el momento
que nos toca. Actualmente es un periodo de paz y eso que la
historia española está llena de guerras”.
De vuelta a su trabajo, defiende la labor de archivero como
un ejercicio “sumamente creativo” donde la rutina se divide
en organizar e informatizar información y buscar expedientes
para el público. “Por algo tengo la mesa llena de papeles”.
Lo que si reconoce es que tiene una pauta que no le falla:
“no dejo para mañana lo que puedo hacer hoy y no permito que
mis sentimientos interfieran en mi objetividad. No hablo con
soltura a partir de la II República”.
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