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OPINIÓN - VIERNES, 22 DE JUNIO DE 2007

 

OPINIÓN / EL OASIS

Mustafa Mizzian
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Fue en junio de 2005, y juraría que en esta fecha, cuando supe que Mustafa Mizzian había sido absuelto de los cargos presentados contra él por el Gobierno local. La denuncia se debió por airear en el pleno unas actitudes policiales con las que estaba en desacuerdo.

Recuerdo aquel incidente porque el entonces diputado del PDSC lo pasó muy mal. Tenía que ponerse otra vez delante de los señores con puñetas en la bocamanga de sus togas: un trance desagradable.

Pasado el primer momento, y mientras esperaba la resolución judicial, iba por la calle como sonado y anduvo a punto de ser presa fácil de la depresión. Durante ese tiempo, muchas fueron las veces que traté de animarlo. Ya que mi amistad con el diputado venía de lejos. De cuando se apostaba en la barra de la cafetería del Hotel La Muralla y se ponía a debatir sobre la Historia de España con Jesús Cordero.

JC, un peso fuerte de la cosa, adornaba sus conocimientos, todo hay que decirlo, con un memorión impresionante: se sabía hasta los nombres vida y milagros de los reyes godos. Mas ello no arredraba a Mizzian que acudía cada semana a su cita con renovados bríos y dando muestras evidentes de haber empollado horas y horas mucha Historia de España.

MM es un gran desconocido para mucha gente. De ahí que se tenga de él una visión muy corta como político. Lo cual me parece injusto. Por ello diré cuanto antes que su labor en el Ayuntamiento ha redundado siempre en beneficio de Ceuta. Y, desde luego, jamás el Partido Popular ha carecido de su colaboración en los momentos decisivos.

Conviene, pues, hablar acerca de cómo despreció la oferta millonaria que le hizo el GIL para que pasara a formar parte de su equipo de gobierno. Una decisión tomada al alimón con Mohamed Chaib y que les costó a ambos tener que sufrir el calvario de la venganza por parte de algunos gilistas. Una prueba difícil de la cual salió tocado gravemente Chaib.

Ninguna duda tuvieron los dos políticos, del otrora triunfante PDSC, a la hora de coligarse con los populares. Y, por si fuera poco, cumplieron sus cometidos perfectamente. Chaib como consejero de Bienestar Social. Y Mizzian cual consejero de Obras Públicas.

De ellos aún siguen hablando con respeto los funcionarios que estuvieron a su vera. Puesto que, según he oído en bastantes ocasiones, nunca dejaron de escuchar atentamente los consejos de quienes conocían todos los secretos de la labor que les habían encomendado dirigir.

Ahora, cuando parecía que la actividad política de Mustafa Mizzian estaba en su peor momento, debido a que no había logrado obtener el escaño que buscaba en las elecciones, me he enterado de que ha sido nombrado viceconsejero de no sé qué cosa relacionada con la barriada de El Príncipe. Y, lógicamente, me he alegrado muchísimo.

Y además, al margen de alegrarme por el bien ajeno, en este caso de Mustafa Mizzian, tengo la completa seguridad de que su buen hacer, ejerciendo el papel que le haya asignado el presidente, repercutirá favorablemente en beneficio de la ciudad.

Sí, ya sé que su forma de proceder ha ocasionado que desde otros partidos lo hayan acusado de todo lo peor. Mas Mustafa Mizzian ha sabido encajar siempre los improperios recibidos sin desviarse lo más mínimo de su primigenia idea: colaborar estrechamente con el PP cuando éste lo ha necesitado.

Por lo tanto, ya era hora que los populares respondieran de manera adecuada a tantas muestras de lealtad ofrecidas, durante años, por el dirigente del PDSC: Mustafa Mizzian.
 

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