Esto de la designación de quiénes
serán los que van a ocupar las distintas aéreas en el equipo
de gobierno, me recuerda a aquellos entrenadores de fútbol a
los que, los jueves después del partidillo, se les pregunta
por la alineación que va a presentar el domingo y te dicen
que aún no la tienen decidida cuando, realmente, han
decidido quienes serán los titulares desde el lunes.
El presidente o aquellos que les prestan su colaboración,
desde el mismo día que hacen las listas, en caso de
conseguir ganar, ya saben que aéreas van a corresponder a
cada uno. Por supuesto que no dirán nada, ni permitirán las
filtraciones de ningunos de los responsables de las
distintas aéreas porque, ello, supondría romper con una
tradición o al menos así, lo consideran los políticos con
poder de decisión. Lo de las filtraciones es un decir,
porque existen más filtraciones que de agua de lluvia en una
barraca de chapa.
Algo tan absurdo, como lo que les contaba de los
entrenadores de fútbol con las alineaciones porque, incluso,
los propios interesados ya tienen sobrados conocimientos del
lugar al que van a ir designados.
La única duda que puede surgir, por parte de los designados,
que no estén de acuerdo con el aérea que le han asignado y
es ahí, donde los que mandan en el asunto tienen que echar
el resto para convencerlos empleando, para ellos, la manida
frase de: “te he asignado ese aérea, porque tú eres un
hombre de mi confianza y te necesito, precisamente, ahí”.
No hay duda de que son muchos, los que ante la frase dicha
por los mandas, pican aceptando ese premio que en la mayoría
de las ocasiones, no es más que un castigo. Pero uno de los
mandas, al realizar la maniobra, ha dejado contento a otro
de los mandas que ve en él condenado a un enemigo, al que
hay que quitar de la circulación. Los celos son muy malos,
fíjense lo que por celos hizo Otelo.
Naturalmente eso sucede, aunque ustedes no lo crean, porque
el manda principal no es el menda, que de serlo no contaría
con nadie a la hora de conceder las distintas aéreas de
gobierno. Al que le convenga bien y al que no, puerta. El
que manda, manda y los demás a obedecer, para no exponerme a
que alguien pueda pensar que hay quien manda más que yo.
Cosa lógica que se piense en cuanto vean que algunos de los
hombres de mi absoluta confianza no están a mi lado.
Decía la sabia de mí abuela, ante acontecimientos de esta
categoría, que el asunto iba a terminar como la comedia de
Ubrique. Que, por cierto, tengo que decir y digo, no sé como
terminó, pero por lo que decía mí abuela, debió terminar en
auténtico desastre
El que manda debe ser, al menos, como la mujer del César, no
sólo serlo sino parecerlo, y por lo que cuentan algunos de
los despechados y enviados al ostracismo ni lo es ni se
parece. Mal camino lleva la burra.
Los abrazos de Vergara nunca han caducados ni, por supuesto,
han dejado de estar a la orden del día. Cuidarse de ellos es
algo que nunca debe olvidar el manda porque, en realidad, le
puede llegar del mejor de los “amigos”. ¡Maldita ambición de
los de la gorra y…!
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