La selectividad ha sido desde siempre una prueba que ha
provocado verdadero pavor entre los jóvenes bachilleres que
la tenían como una gran prueba de fuego para entrar a la
universidad. Esta tendencia se va rompiendo poco a poco con
el paso del tiempo o al menos puede decirse que el miedo
acaba cuando los jóvenes estudiantes se quitan la losa del
primer examen. Así lo atestiguaba ayer, Nabila Mohamed, uno
de los 245 estudiantes que se examinaron de la selectividad
en la Facultad de Humanidades de Ceuta: “Los nervios al
principio eran muchos, sobre todo antes de entrar a
examinarme. Ya una vez sentada me lo he tomado como un
examen normal”.
Como ella, otros 244 estudiantes se agolpaban en la mañana
de ayer en los pasillos de la facultad para entrar a
realizar las tres pruebas del día. Estos han dejado atrás un
periodo intenso de semanas de concienzuda preparación. Pese
a que no se notaba en sus caras, el sueño era parte de
ellos. “Me he tirado toda la noche estudiando”, afirmó Mario
Candela, quien no dudó en confesar que “sólo he dormido tres
horas aunque esto hay que aguantarlo como sea”.
Es la mecánica de la Selectividad. No hay ni un sólo momento
para el respiro. A un ritmo de tres exámenes por día, los
minutos que pasan entre prueba y prueba son exiguos y los
jóvenes ni se plantean repasar. Lo peor es que las 24 horas
del día resultan insuficientes para un estudio general y
pormenorizado de la asignatura de la que se examinan. A eso
hay que unir las horas de sueño. Así, no es descabellado que
como Mario, muchos sólo se den el lujo de una mínima siesta
para recuperar fuerzas.
Para transmitirles fuerzas, calma y seguridad, cada año los
propios profesores de los bachilleres hacen acto de
presencia en la facultad. Un ejemplo es Julio López,
profesor del Puertas del Campo, quien ha perdido la cuenta
de los años en que lleva asistiendo a la selectividad. La
experiencia le dice que hoy los jóvenes están más preparados
que ayer para afrontar la prueba.
López reconoce que para los estudiantes, que realizan la
selectividad en un lugar que desconocen, “ver una cara
conocida en un momento tan crucial es muy importante para
ellos”.
La nota de corte y estudiar fuera
La barrera que marca el éxito o el fracaso para los jóvenes
en la selectividad es la nota de corte que les permitirá
entrar en la carrera deseada. Una opción de estudio que
muchas veces está fuera de Ceuta. En este sentido, Mario
Candela lo tiene claro: “Quiero estudiar veterinaria y
necesito un 6,9 para ir a Córdoba”.
Una vez finalicen sus exámenes el jueves, los estudiantes no
tendrán que esperar mucho para ver si su sueño de estudiar
una carrera se cumple. Será a finales de este mes cuando la
Universidad de Granada publique en su web las notas de los
alumnos. Para alivio de éstos, la prueba fiera a priori que
es la selectividad tiene un índice de aprobados muy alto, de
más del 70% en Ceuta. Así que para este grupo de jóvenes,
calma y suerte.
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