Viene a cuento ahora tras un largo
mes de campaña electoral y postcampaña.
A lo largo de más de un mes que llevo escribiendo en este
medio, he procurado tocar temas de distintas modalidades
para así evitar amaneramientos y para dar una visión, la
mía, sobre aspectos muy diversos.
Es cierto que cuando hemos tocado temas de técnica política,
y así lo entiendo desde que estudié Ciencias Políticas en la
Universidad Complutense de Madrid, he procurado utilizar los
términos que en Ciencia Política están en uso, y no utilizar
el término que puede ser muy bonito,o muy gracioso, pero que
sólo lo utiliza la vecina mía del cuarto allá en Piedrahita.
Yo comprendo, por tanto, que esas columnas en tales momentos
sean más pesadas, pero lo que no tienen en ligereza lo
pueden tener en aportar, eso es lo que pretendo, unos
conocimientos que, al menos a los que un día se dediquen a
estudiar esto les vendrán bien.
Uno al escribir debe escribir para cualquiera que te quiera
leer, no ser sectario y escribir únicamnete para una élite o
para un determinado grupo social exclusivamente. De aquí
partimos.
Así pues, el término orden es muy utilizado en la propaganda
política, puesto que el orden se presenta como algo
sustancial y característico de un grupo social. Sólo
aquellos que buscan la ruptura de la sociedad desean que el
desorden esté encarnado en la sociedad.
Esta última afirmación la tenemos al cabo del día en ciertas
zonas de nuestro país, en estos momentos.
Teniendo esto en cuenta, toda sociedad tiene un determinado
orden y al mismo tiempo se lleva por un concepto de orden. Y
se da la circunstancia que algunos grupos, o algunas
sociedades prefieren un orden despótico a no tener orden.
Esto nos lo encontramos por primera vez reflejado en
Maquiavelo: “ el fin justifica los medios”, que dice él. Es
decir, no importa que el orden sea tal o cual, lo que se
necesita es que lo haya.
Nosotros vivimos en occidente y afortunadamente desde hace
30 años en España estamos viviendo en democracia. Pues bien,
en las democracias occidentales se cree que la estabilidad
como el orden están perfectamente estrechadas con otras
ideas fundamentales: democracia o libertad.
Partiendo de aquí y siguiendo a Swan encontramos:” orden es
la percepción más general (algo que la comunidad acepta) de
que se cumplirán las expectativas ( aquellas reglas que
deben cumplirse) más racionales sobre las relaciones
sociales y económicas”.
De todo lo afirmado hasta ahora hay que deducir que para que
un grupo social marche es necesario un orden y únicamente
apostarán por el desorden los que usan la política con un
fin propio.
Se trata de una percepción general de una comunidad influida
por una serie de factores de los que depende su
comportamiento.
Todo sistema político se basa en un orden puesto por él, y
así palabras como justo/injusto, legal/ilegal, legítimo/
ilegítimo, son utilizadas muy frecuentemente mal, ya que
parecen significar lo mismo, sin ser así, pongamos por
caso:” La ley puede dar por justo lo que creemos injusto,
pero esto no quita que sea legal o ilegal y sólo será
legítima si la ley la estableciese alguien con suficiente
potestad para ello”.
El orden político, para resumir esta cuestión, se basa en
una de estas tres categorías:
La categoría del cumplimiento, con lo que como ciudadanos no
tenemos más remedio que cumplir.
La categoría del consentimiento, consentimos que haya una
autoridad sobre nosotros.
La categoría de la disidencia, que es la posibilidad de
romper el orden. En esta disidencia podríamos encontrar
varios grados de los que el mayor sería la revolución, en
cuanto que esta pide un cambio total del orden establecido y
no de una parte más o menos pequeña.
A todo esto hay que añadir que las respuestas del pueblo al
poder representan una mezcla de las tres categorías. En todo
orden, pues, existiran las tres categorías, y prevalecerá
una.
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