El taller de bordado en oro, uno de los módulos de Formación
Profesional más característicos de Ceuta y que ha
trascendido más allá de la enseñanza y la formación cumple
diez años. El actual monitor del taller, Miguel Ángel López,
y el director del centro donde se imparte, el Centro de
Educación para Adultos Miguel Hernández, Ernesto Arias, aún
recuerdan que fue José Durán Ambel el artífice de la
implantación del bordado en oro en Ceuta.
Lo que en principio fue una aventura de un docente
enganchado por la costura es hoy uno de los talleres más
solidos de Ceuta dentro de los Programas de Garantía Social.
En total, unos cincuenta adultos de la ciudad forman parte
del taller que de lunes a viernes y en tres turnos
diferenciados trabaja en el Miguel Hernández.
El arte del repostero
Para los de fuera lo que realizan los alumnos del taller de
bordado son eso, bordados, o telares, pero el verdadero
nombre de estos es el de reposteros. El director del centro,
Ernesto Arias nos explica el origen de la palabra y su
significado. “Repostero viene porque es un elemento que se
exhibe y que se suele colgar. Es una palabra que
etimológicamente proviene de lo eclesiástico, del horror
vacui, de rellenar un espacio vacío”, concluyó.
Los hay de múltiples tamaños aunque estos los sitúan en
grandes y pequeños. Según el monitor del taller, cada curso
los 5o alumnos consiguen elaborar entre dos o tres
reposteros de los considerados grandes y una quincena de los
pequeños.
Gran demanda
Entrar en los talleres de bordado en oro es cada año una
misión casi imposible. “Estos cursos tienen una gran
demanda, explicó Arias, y no podemos hacer mucho por una
cuestión de espacio y tiempo no caben más de 50 alumnos”.
Una vez dentro lo normal es continuar varios años. Así, en
su mayor parte el taller está formado por personas con
cierta continuidad. “El bordado es una técnica que engancha
y no es difícil de aprender”, agregó el director del Miguel
Hernández.
A parte de su objetivo formador, Arias destacó que estos
talleres en concreto tienen una visión “socializadora”. El
bordado es una actividad que permite intimar y que haya
contacto humano mientras se realiza y como son personas de
edades similares y gustos coincidentes se suele trabar mucha
amistad durante las clases.
Las clases del taller de bordado bien podrían ser el primer
paso para la creación de una empresa, tal y como explicó el
director del centro. “Es un empujón que podría tener su
repercusión porque si se montara una cooperativa de bordado
se podría sacar un buen dinero”, matizó.
Quizás es el carácter de entretenimiento o hobby que tiene
la costura el que hace que estas personas no se animen a dar
el paso definitivo.
Los encargos
A comienzo de cada curso el taller recibe decenas de
encargos procedentes de entes religiosos como cofradías,
militares como el Ejército, o civiles como la administración
o los institutos de la ciudad.
Una vez se presupuestan los encargos, toca diseñar el logo y
adquirir los materiales. Los materiales es el único pago que
ha de realizar el que encarga ya que ni los alumnos ni el
taller cobran por la mano de obra prestada. “Al no cobrar
por el trabajo, el coste de la pieza está fuera del
mercado”, afirmó López.
Así, según sus cálculos, el precio de un repostero grande en
el mercado oscila entre el millón y medio y los dos millones
de pesetas, dependiendo del bordado central. Mientras que
aquí, sin contar la mano de obra no cuesta más de 200.000 o
300.000 pesetas. De este modo, la contribución de los
alumnos del taller al patrimonio de las instituciones y la
ciudad es incalculable.
Las cofradías, la Ciudad, el MEC o el Ejército pueden dar
buena cuenta de ello.
|
Arias: “El nivel de los bordados es buenísimo, sin exagerar”
Sólo dos centros en toda España
cuentan con talleres de bordado de características similares
a las de Ceuta. Así pues, la actividad formativa que se
imparte en la ciudad es de las pioneras a nivel nacional. Y
no sólo eso, además puede situarse como la que marca la
pauta al resto. O al menos eso considera el director del
Miguel Hernández, Ernesto Arias.
“No es porque sea mi centro pero el nivel de los bordados de
mis alumnos es buenísimo, y sin exagerar”, sentenció. Son
palabras dichas con conocimiento de causa ya que anualmente
tiene la oportunidad de visitar los centros de Sevilla y
Toledo y comprobar in situ los trabajaos allí realizados.
Por si este taller era poco conocido, recibió un amplio
espaldarazo el pasado mes de mayo durante la celebración de
la Muestra de Formación Profesional del Muralla donde fue
ampliamente publicitado.
|