Vamos por la calle equivocada. En
número de 3 pero no somos los “3 corazones partíos”.
Estos 3 tienen los huesos rotos por los porrazos dados con
el martillo de la vida, y el alma quebrada por el dolor de
la esperanza perdida en el camino de piedras.
Estos 3 perdieron sus corazones hace ya mucho tiempo cuando
gente extraña se encargó de destruir los sentimientos a flor
de sensibilidad.
Somos 3 los que, en resumidas cuentas, vamos en compañía de
vivencias por la calle errada.
Uno de nosotros es una víctima del terrorismo de ETA; el
otro, una víctima de la insolidaridad ceutí, y el que así se
expresa, un “caído” de la democracia local.
En nuestro deambular, pasamos junto a la escultura de
alguien ejemplo de vida y muerte para todos los ceutíes,
incluidos nosotros 3.
El último alcalde republicano de Ceuta sabe que no le he
olvidado porque es, sencillamente, imposible.
Con la ayuda del investigador Paco Sánchez, voy conociendo
la memoria archivada de su tiempo.
Es por lo que no me interesa demasiado que, en esta
legislatura que anuncia su comienzo en verano, cuando los
cuerpos piden a gritos de calor vacaciones, se diga que se
va a gastar igual, menos, o más que en la anterior etapa.
Debe preocupar, desde mi punto de vista, tan sólo que el
gasto se corresponda con las necesidades reales del pueblo.
Una de esas primeras necesidades-esenciales, al menos para
mi, debería de pasar por la urgente e inmediata corrección
de toda una vergüenza local que golpea cada día la puerta de
mi conciencia para que la denuncie públicamente tantas veces
como haga falta.
Lo que vengo haciendo, ya lo creo que sí, desde que he
vuelto a tener oportunidad de expresión.
Hasta que me echen de “El Pueblo”, no sería la primera vez
que me sucediera tal exilio obligado de este mi “pueblo”,
estaré pues machacando con la exigencia que clama en el
desierto.
Ya me conozco dónde está la “salida”, gracias.
Solución sencilla. Dar al César lo suyo, y a Paco Sánchez,
un lugar en la historia del capítulo de gastos hechos con
justicia, de rigurosa necesidad; porque así lo demanda el
recto proceder.
El lujazo-genio del investigador ceutí, Paco Sánchez, no
puede ni debe seguir pagando de su propio bolsillo la
dotación, la creación, de un patrimonio histórico de Ceuta
para nosotros… por el morro, por la cara.
Pero, ¿qué leche fresca de camella es esta falta de sentido
común?. ¡No te joroba¡.
No vaya a resultar ahora, a estas alturas de mi penosa
existencia, que nuestros políticos se pongan en plan de
celosos con el gasto público, y den categoría eterna a tan
lamentable situación.
Si es que hubiera motivo de reducir el gasto público que
empiecen por mirar en sus propios bolsillos. Se pelean a
derecha e izquierda por la falta de competencias
autonómicas, pero parece que ello no ha sido óbice, nunca lo
fue, para cobrar del pueblo ceutí en proporción completa de
ración del menú a la carta. Sueldos alimentados con hormonas
de crecimiento.
Estamos en una especie de comunidad de bolsillo en
desarrollo de Cola-Cao, de nuestros pobres negros, pero con
unos sueldazos más en línea con otras regiones que nada
tienen que ver con nuestra pequeña realidad, pese a nuestra
africanidad . Este peculiar carácter geográfico es más bien
de agradecer, o de reconocimiento público.
Están de moda los parques naturales y el nuestro es uno de
los mejores. En “especies” únicas de contrastada
peligrosidad, no nos gana ningún documental.
Pese al rosario de capítulos que encabezan cada semana estas
páginas que escribo con tanto cariño, no he olvidado que el
hilo conductor para terminar es el último alcalde
republicano de la ciudad.
Merced al sacrificio personal-profesional, del investigador
Paco Sánchez, estoy llegando a conocer la figura de Antonio
López Sánchez- Prado, en profundidad.
Y cuanto más leo sobre su vida, más me gusta el ilustre
personaje. Es como eso que se suele decir sobre que cuanto
más conozco a mi perro, menos necesito estar con el hombre.
Por desgracia, ya casi no se lee. De ahí que yo pondría a
Paco Sánchez, junto a la escultura de este alcalde
irrepetible, para que explicara al público que pasea en
tránsito equivocado, como especie de pregonero de las cosas
de bien de esta tierra a quién corresponde y qué representa
la escultura y la calle errada de nuestra ciudad.
Poner toda una pléyade de monumentos vacíos es como hablar
sin argumentos, o hacerlo con razones baladíes.
El gran público ceutí debería familiarizarse con los buenos
ejemplos, para saber diferenciar comportamientos. Es lo que
se llama educar. Y es, precisamente, lo que no se hace.
¿Cuántos de nosotros conocemos a Antonio López Sánchez-
Prado fuera del contexto de su leyenda urbana- popular de
las “apariciones”?.
Más allá de ese “milagroso” número de la Cruz Roja de Ceuta:
el 45.
El 45 corresponde al nicho del cementerio de Santa Catalina,
siempre lleno de flores, del bueno de Antonio López
Sánchez-Prado. Este pasado 13 fue su santo. Felicidades
Antonio; felicidades hijo, felicidades Tato.
Recordaré sobre el mágico número 45 de Antonio que hará unos
seis o siete años, un 5 de septiembre, salió premiado en la
Cruz Roja. Es uno de los primeros números que se agotan en
nuestra ciudad, y hay muchos ceutíes que lo llevan como
fijo.
En su escultura de su calle equivocada aparece con un
fonendoscopio en su condición de médico. En ese aparato
figura el número 45 correspondiente a su nicho, como he
apuntado antes.
Llegamos al final de la calle equivocada y la víctima de la
insolidaridad ceutí, Paco Silva, se marcha con sus penas a
llorarlas a otro lugar. Desconozco dónde esconde su tristeza
cuando se separa de su inseparable amigo Paco.
Paco López García de Vinuesa lleva entre sus manos unas
pegatinas de la Asociación de Víctimas del
Terrorismo-Madrid.
Hasta las víctimas están divididas. Antes el planteamiento
era más simple: culpable o inocente. Ahora, las víctimas se
dividen y… ni suman, ni restan.
Paco, es una víctima de ETA, pero por encima de su legítimo
odio hacia los terroristas, es una persona en extremo
legalista que le hace ser exageradamente tímido a la hora de
ponerse a pegar las pegatinas por las paredes.
Mira y remira a nuestro alrededor, y tiene verdadero miedo
de “empapelar” a Ceuta con su dolor.
Quiere, desde lo más profundo de su corazón, que sus
paisanos nos enteremos del pasteleo político para con
quienes arruinaron su vida y la de tantos otros que ya no
viven para contarlo.
O si viven, es de manera “vegetativa”. Viven expoliados de
su trabajo. Expoliados de su estabilidad emocional. Viven,
aparentemente.
Sus vidas ya no son la que era, ni la que debió de seguir
siendo.
Se convirtieron en personas sin personalidad, sin dignidad.
Eran gentes orgullosas de su trabajo profesional. Les
convirtieron en útiles para la inutilidad. Ociosos
condenados al aburrimiento personal antes de haber podido
tener opción de elegir libremente el momento de la
“despedida laboral”.
Son víctimas de unos finiquitos firmados por manos manchadas
con sangre inocente. Tinta roja de sangre.
Como jugando al escondite, casi de hurtadillo, pega unas
cuantas papeletas, y lo hace verdaderamente fatal.
Esta profesión, decididamente, no es la suya. Es un guerrero
de la paz, una víctima de una guerra particular de unos “chalaos”.
En la memoria de mis recuerdos conservados por queridos, me
viene el extraordinario ceutí Carlos Mayorga Gil.
Era una de las personas más educadas que he conocido. Sin
embargo, dentro de sus buenas formas, escondía hábilmente a
todo un revolucionario guerrillero.
Por las noches, en plan de “El Zorro”, se iba por las calles
de Ceuta provisto de sprays y no dejaba títere con cabeza.
La policía le detuvo una noche porque le cogieron “in
fraganti” haciendo unas pintadas con la siguiente leyenda:
“un civil para la Delegación del Gobierno de Ceuta”.
Vaya cosa tonta, ¿verdad?. En aquellos años de la
transición, no lo era tanto. Máxime en Ceuta.
Un abrazo Carlos, tu lucha fue valiente y nunca podré
olvidar tu coraje disfrazado a la luz del día por tu
exquisita educación e inteligencia brillante de la cual bebí
en tantas ocasiones.
Ayúdame con tu energía positiva desde ese sitio privilegiado
al que te fuiste, sin preguntarnos, sin decirnos nada. Tan
educadamente, con tanto estilo, con tanta clase, tanta
categoría acumulada.
Ojalá que tu paz me llegué, Carlos Mayorga.
Durante muchos años, demasiados años, Paco López García de
Vinuesa, vivió atemorizado. En especial por un destacado
etarra: Ignacio De Juana Chaos.
El mismo ínclito que ahora calza y viste.
Tan aparentemente corpulento en su físico. Tan aparentemente
duro en su discurso político. Tan aparentemente látigo en
sus actuaciones como portavoz político.
Sin embargo, el propio Emilio Carreira, compañero de
prisiones de Paco por aquel entonces en Los Rosales, estaba
literalmente “cagado” con el terrorista en cuestión.
Sobre el asesino es de la opinión Carreira que tiene una
mirada helada y que cuando ponía sus ojos fijos en su cara,
se echaba a temblar de miedo como un niño cuando se le grita
y se hace pipi encima.
Ni que decir tiene que el libro que recibió Paco López no
era el extraordinario de su tocayo, “Ceuta y el Norte de
África”.
Tras las continuas amenazas formuladas por el sanguinario “etarra”,
tanto en Ceuta como en Canarias, llegó el día en el que se
cumplieron los “mensajes”.
El 6 de abril del 92, Francisco Javier López García de
Vinuesa, recibe estando en la macroprisión de Las Palmas, un
paquete-bomba a su nombre y a su cargo, en su domicilio
dentro del complejo penitenciario.
Se trataba el paquete de un libro vaciado en su interior que
contenía, según fuentes policiales, unos 400 gramos de
explosivo.
En ocasiones recogían la correspondencia sus hijas de 11 y
12 años de edad en aquel entonces. Ese día, lo recogió Paco
para suerte de todos.
El paquete en seguida le levantó sospecha dado que vivía en
un permanente estado de amenaza, pero Paco no sabía a quién
acudir.
Parece ficción pero es realidad. Se pasó dos horas
deambulando con la carga mortal, sin saber qué hacer
“muerto” de miedo. Su única obsesión fue la de alejarse de
su casa familiar e irse a un lugar retirado que no pudiera
perjudicar a terceros, caso de explosionar su contenido.
Tras dos horas de angustias y terror, sin soltar el libro
por temor a una vibración excesiva del mecanismo de
detonación, logró divisar a lo lejos a un compañero quien
dio aviso a los artificieros de la Guardia Civil, los Tedax,
que explosionaron en su presencia el artefacto.
La explosión del artefacto alcanzó los 30 metros de altura.
El 6 de abril del 92 era un lunes. Un lunes negro. Paco
sigue vivo pero su vida cambió para siempre ese fatídico
primer día de la semana. Su única alegría es la de haber
sido él y no sus hijas las que ese 6 cogiera la
correspondencia.
Una correspondencia con remite de Miranda de Ebro, Burgos,
lugar de origen de la familia del sanguinario De Juana Chaos,
el ideólogo, el autor intelectual, la mente asesina, del
atentado perpetrado contra el ceutí.
A partir de ese día Paco comenzó a tomar tranquilizantes
para intentar combatir la ansiedad. Se hace un adicto al
Valium pero, eso sí, recibe una serie de felicitaciones por
seguir de forma sorprendente en su puesto. Desde el director
general de Instituciones Penitenciarias, el director de la
Prisión de Las Palmas, así como de distintas autoridades.
Pese a su entereza aparente Paco estaba psicológicamente
destrozado por el “impacto” emocional de lo sufrido.
No obstante, sigue trabajando aunque como él mismo dice:
“hecho una mierda”.
Es así como 3 años después, en mayo del 95, se encuentra en
una situación personal y profesional de hundimiento anímico
total.
Para ayudar en la labor de deterioro mental de Paco, el
diario Egin publica más amenazas hacía su persona en el
sentido de que le tienen que terminar de “rematar”.
Paco se pone, finalmente, en manos de un psiquiatra canario
de origen alemán, el cual, le indica que debería seguir un
tratamiento de unos dos años y medio de duración. Este
profesional remite a Paco a su médico de cabecera.
Se da de baja por depresión a causa de un stress
post-traumático.
Así está dos meses. Se encuentra mejor y vuelve al trabajo
hasta junio del año 99, donde se pone en manos de un médico
psiquiatra de MUFACE, quien coincide con el diagnóstico dado
años atrás por su compañero alemán, considerando que Paco
padecía una enfermedad crónica, lo que motiva su jubilación.
De nuevo la realidad supera a la ficción.
Lo echan, manda narices, del pabellón que ocupaba dentro del
recinto penitenciario de Las Palmas, bajo el increíble
pretexto de: “tú te lo has buscado por haber seguido
trabajando”.
Desatendiendo unas elementales razones humanitarias, le
envían a Paco un escrito en el que se le comunica que tiene
de plazo un mes para abandonar la vivienda que venía
ocupando. Paco así lo acata porque entiende que le podría
beneficiar salir de aquel entorno.
Con todo, en tales circunstancias, no es menos cierto que
Paco López García de Vinuesa, se encontró literalmente en la
calle.
Todo un ejemplar trato para un héroe español del terrorismo.
Y es que parece que a la buena gente no la valora nadie.
Encima, esa buena gente no se queja en exceso.
El investigador histórico, ese genio tocado por la mano del
olvido, me decía en su momento que el Ayuntamiento le había
concedido una medalla, le había comprado cien libros, y que
él era agradecido.
El héroe de la guerra de esos asesinos, me habla también en
la misma línea de resignación:
- Mira Tato – me afirma tajante Paco López García- yo amo la
Institución Penitenciaría. Mi trabajo era mi vida y yo en mi
profesión me considero muy bueno. Son las personas las que
fallan en los momentos más inoportunos, en las ocasiones
difíciles.
Francisco Javier López García de Vinuesa, de 54 años, ceutí
de toda la vida, y “vida muerta”, cual mujer de nuestro
paraje africano, se jubila a la edad de 46 años. Comenzó a
trabajar ejerciendo su carrera de funcionario de Prisiones,
con 23.
Como consecuencia de su jubilación recibe el 100 por 100 al
tratarse de una incapacidad absoluta. Inicia un proceso de
reclamación que le obliga a iniciar un contencioso en la
Audiencia Nacional, la cual le reconoce un 200 por 100 de
jubilación extraordinaria y, en distintas sentencias, se le
concede una indemnización.
Asimismo, en diferentes resoluciones administrativas del
Ministerio del Interior, atendiendo a la Ley de Solidaridad
con la Víctimas del Terrorismo, se le concede otra
indemnización.
Como víctima del terrorismo, está en posesión de la
distinción de la Real Orden del Reconocimiento Civil.
Este domingo los tambores lejanos de mi África natal no
tocan como el pasado. Suenan con sonido distinto a la
alegría. Regalé a mis hijos un perrito y ha estado fielmente
con ellos 14 años. Les ha dejado de ser leal por causa
superior. Nerón, ha muerto.
Cuando alguien de ustedes me saque a pasear este domingo en
el 600, le pediré con humildad que me lleve al cementerio de
perros, junto al “campo santo” de Santa Catalina. Nerón no
está enterrado allí pero yo podré “ladrar” en ese lugar
“sagrado” para que le llegue de forma nítida mi lamento.
Y ya que estamos en las inmediaciones de Santa Catalina, nos
podremos ir andando hasta el cementerio de animales humanos,
hasta el nicho 45, depositaremos una flor y robaremos otra.
Con este ritual dicen que la suerte viene a nuestras vidas
por mediación de Antonio López Sánchez-Prado, un “santo” de
Dios.
Así es reconocido por muchos, muchísimos, ceutíes. Por algo
será cuando el pueblo sencillo le bendice.
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