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OPINIÓN - DOMINGO, 17 DE JUNIO DE 2007

 

OPINIÓN / ESPAÑA CAÑÍ

¿Tempus fugit? ¡Y una leche!
 


Nuria Van Den Berghe
nuriavandenberghe
@elpueblodeceuta.com
 

De eso nada, monadas. Discrepo ampliamente y así los manifiesto de ese eterna leyenda que parece siempre escrita en los relojes de carillón “Tempus fugit”, oséase, el tiempo huye. Vale. Muy poético y con un cierto toque nihilista en plan “nada es eterno” o “no somos nadie” (esto último frase conmiserativa con tintes dolientes, que se manifiesta ante el cuerpo presente del fiambre de turno). Eso sí, esto de “no somos nadie” puede ser rebatido con un rotundo “Nadie será usted, que yo soy notario por oposición”. Y entonces, el pesimista, se abate aún más, porque no pertenece a la aristocracia notarial, sino que es sencillamente, lo que somos todos : españoles que madrugamos.

Y es a quienes madrugan y lo pasan de puta pena a principio de cada mes, cuando llegan las letras como aves de mal agüero, a los que pretendo representar con esta elegía a la lentitud con la que pasa el tiempo. Los millonetis son otra cosa, están en otra dimensión y sus haberes les permiten enfrentarse al tempus con lozanía, spás de buenos hoteles, tratamientos antiaging y visión de la Humanidad desde esos coches con asientos de cuero que huelen a gloria bendita y que están llenos de tiquismiquis tecnológicos y que, encima, no corren el riesgo de acabar de nuevo en manos de la financiera por impago de los plazos. Servidora y ustedes son conscientes de ello, es ferviente seguidora de la línea de Sarkozy, ese inmenso ser humano que elogia y respeta a “la Francia que madruga” y le tocan los cojones los que viven ganduleando a base de subvenciones y de usar y abusar del Estado asistencialista hacedor de vagos y de perdedores. Yo madrugo. Ustedes madrugan. No chupamos de las ubres del erario, sino que contribuimos con nuestros pobres dineros, ganados sudando sangre, a que más de un chupóptero viva sin dar palo al agua o, por el contrario, se blinde el cargo con pensiones multimillonarias. De hecho, los golferas y los del gañote vil existen en todos los estratos sociales y unos aprovechan el tiempo parasitando a quienes trabajan y otros forrándose el riñón y asegurándose una jubilación de oro a costa de los currantes.

Y es precisamente por la sinvergonzonería y por rescatar nuestros valores de siempre, por lo que “necesitamos” imperiosamente que se convoquen elecciones generales. Pensamos en deslizar la papeleta en la urna y los dedos se nos vuelven huéspedes. Gustirrinín democrático y participativo. Y eso lo sé y lo siento y encima lo digo porque, como católica no puedo mentir, ya que incurro en pecado y mi confesor es proclive a mandarme penitencias absolutamente estrambóticas por mi bien y mi redención. “Memorice usted “Camino” o “Es Cristo que pasa” y sea más disciplinada en el estudio” Gruño “¡Pero si yo estudio dos horas diarias, pater, con lápiz, papel y de memorieta!” “Pues si estudia dos horas diarias es que puede estudiar tres”. Les digo que santificarse por el trabajo bien hecho es un pestiño y ganas me dan de meterme a pecadora, hasta el punto de que lleguen a llamarme “Nuria la Corrupta”. En una palabra, detesto mentir y he de reconocer que, en las próximas generales, vamos a debatir mucho más que encumbrar a unos menganillos al Congreso y asegurarles un jornal y cafelitos en el Palace. De esos pasamos. De todos ellos. Porque, por lo que hemos de dejarnos la piel en la campaña es por defender a esta Iberia vieja que nos quieren destrozar. Reventarnos el sentido por mantener firmemente nuestros valores, nuestras raíces históricas, nuestras creencias y nuestra cultura.

Nos jugaremos España tal como la amamos o Expaña tal como la amenazan. Y ante esa disyuntiva hemos de arder de puras ganas de entrar en combate, de luchar por ideales de los buenos y hacerlo con espíritu legionario ¡A luchar o a morir! Porque, en esta lucha de ideas, si perdemos nos matarán el alma, el espíritu y el recuerdo de aquel Imperio en el que nunca se ponía el sol. Nos vamos a jugar nuestros peludos y rizados cojones españoles, con perdón de la descripción y tenemos ganas de comenzar la contienda. ¿Tempus fugit? ¡Y una leche!.
 

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