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OPINIÓN - DOMINGO, 17 DE JUNIO DE 2007

 

OPINIÓN / EL OASIS

Del gilismo al “vivismo”
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

El domingo pasado, leí unas declaraciones de Paulino Plata, aún concejal electo del PSOE de Marbella, en la que decía que él nunca pensó que en esa ciudad se iba a evolucionar del gilismo al PSOE. Y recordaba que las mismas personas que hicieron presente al GIL en las asociaciones de vecinos, habían estado trabajando para el PP.

Es verdad que Paulino Plata, el político mejor valorado por los andaluces hace un año, cuando era consejero de Turismo, recordó también el mucho daño que a los socialistas les había hecho la herencia dejada por la ex socialista Isabel García Marcos, implicada en la ‘Operación Malaya’. Y tampoco olvidó las muchas habladurías padecidas por la Junta de Andalucía, relacionadas con la corrupción. Todo ello, según PP, dejó casi sin pulso a la agrupación socialista de una Marbella donde se ha impuesto el Partido Popular.

Leyendo al ya reseñado político, hubiera sido realmente difícil no ver cierta semejanza, cambiando lo que haya que cambiar, entre lo sucedido en Marbella, ahora, y lo ocurrido en Ceuta, hace años.

Me van a permitir que eche la vista atrás: aquí gobernaba el PP y en poco tiempo fueron surgiendo voces que clamaban contra los gobernantes de la Ciudad. Voces manejadas por cabecillas, en algunos casos pertenecientes al PP, los cuales viajaron a Marbella, en repetidas ocasiones, para que Jesús Gil se convenciera de que era necesaria la presencia de su partido en esta tierra.

Lo demás llegó por añadidura. Es decir, que el gilismo caló hondo en el tejido social ceutí y a punto estuvo de obtener una mayoría absoluta. Y todo debido a una campaña espectacular y, por qué no decirlo, porque la derecha de esta esta ciudad quería ser más derecha y creyó que ley y orden sería una propuesta muy fácil de cumplir por parte del GIL. Entre otras mentiras envueltas en papel de celofán. Y que sonaron a gloria bendita en todos los estratos sociales y hasta recuerdo de qué manera el proselitismo que se hizo en los cuarteles tuvo un éxito impensable.

Lo de Susana Bermúdez fue el primer aviso de que los gilistas venían dispuestos a todo con tal de hacer su agosto en Ceuta. Y ésta, con su transfuguismo, dejó al PSOE de Ceuta bajo mínimos. Más o menos, aunque por causas muy distintas, lo hecho por la señora García Marcos en la Costal del Sol.

Más un día, gracias a que Juan Antonio Roca decidió, al parecer, visitar la calle Génova para contar qué planes tenía Jesús Gil en relación con Ceuta y Melilla, los populares se alarmaron y pusieron la operación derribo del gilismo en las manos de un delegado del Gobierno, duro y combativo: Luis Vicente Moro. Y éste, a su manera, puso fin a un problema que habían generado unos cabecillas, algunos del PP, deseosos de ganar dinero sin mirar las graves consecuencias que iban a producirse para la ciudad. Esa ciudad, que no se les cae de la boca, para decir lo mucho que la quieren. Lo que no esperaban en el PP, ni mucho menos LVM, y sé lo que digo, que el hombre elegido para encabezar el voto de censura se iba a convertir en el mejor presidente de la Ciudad y en el político más rentable, actualmente, del PP. Él ha conseguido, y cuando hablo de él me estoy refiriendo a Juan Vivas, convertir el gilismo en “vivismo”. Entiéndase el palabro como una manera de expresar la enorme influencia que este hombre está ejerciendo en la sociedad caballa. Y, desde luego, convendrán ustedes conmigo que el cambio ha merecido la pena.

Eso sí, a María Antonia Palomo le faltó decir, en el día de su adiós, algo así: Yo nunca pensé que en Ceuta se iba a evolucionar del gilismo hacia el PSOE. Porque el gilismo siempre ha buscado refugio en el PP. Y hubiera quedado la mar de bien.
 

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