Los Grupos Parlamentarios del PP,
la coalición UDCE-IU y el PSOE tienen ante sí, desde ayer,
cuatro años para llevar a la práctica que sus respectivos
líderes, Juan Vivas, Mohamed Ali e Inmaculada Ramírez,
proclamaron ayer en el Salón del trono minutos después del
juramento de sus cargos de los 25 diputados que la
integrarán durante la próxima legislatura.
La obvia reelección de Vivas como alcalde-presidente de la
Ciudad Autónoma antecedió a la designación de la Mesa
Rectora del Pleno, a la que acceden representantes, aunque
la lectura política por cupos culturales no sea la
prioritaria, de miembros de las comunidades judía (Jaime
Wahnon) y musulmana (Rabea Mohamed), ambos del PP, opción
que por sabida no dejó de ser criticada por el que ya ha
sido líder de la oposición desde 2003, Mohamed Ali, que hizo
bien en no hacer del asunto leña para la batalla política en
el primer día del nuevo curso político.
Al contrario, el líder de la oposición siguió el ejemplo de
Juan Vivas y apostó por el diálogo, el consenso y el
entendimiento sin renegar de la crítica constructiva y leal
como claves de la próxima legislatura. Ambos, como Ramírez,
subrayaron explícitamente que desde sus cargos estará n a
disposición de “todos” los ceutíes con independencia de si
viven en la periferia o el centro, si practican uno u otro
credo y si tienen o no posibles económicos.
Sus discursos deben ser apreciados por lo que tienen de
buenas intenciones en un oficio tan devaluado como el de
político, mala fama de la que todos los candidatos
aborrecieron en campaña y a la que desde ahora tienen la
oportunidad de restar credibilidad. En su mano está seguir
por la apreciable senda de concordia a favor del interés
general que ayer exhibieron tras jurar o prometer sus cargos
y no perderse en inútiles confrontaciones partidistas como
las que marcaron en más de una ocasión el debate político en
el Palacio autonómico.
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