En febrero pasado, tres días antes
de celebrarse el partido Real Madrid-Bayern, mi hija me
llamó para decirme que quería ir al Bernabéu. Mi yerno
también se sumó a lo pedido y yo salí corriendo a ver si
Antonio García Gaona podía resolverme el problema de las
entradas. Dicho y hecho: además me reservó mesa en Casa
Juan.
Juan González es de la Carolina y se ha pasado más de
media vida siendo el rostro más visible del Asador
Donostiarra. Hasta que hace dos años decidió independizarse.
En Casa Juan se percibe la cordialidad en cuanto se traspasa
el umbral. A mí me recibió él y bien pronto parecía que nos
conocíamos de toda la vida.
El restaurante estaba repleto y rezumaba madridismo por los
cuatro costados. En un momento determinado, Juan me preguntó
por el presidente de la Ciudad; quien como buen “merengón”
gusta de frecuentar un local cuyo propietario comenzó a
tratarse con los jugadores en la época de Luis de
Carlos.
Con Juan González he tenido que hablar, fechas atrás, y me
ha vuelto a demostrar las razones por las cuales disfruta de
tan alto prestigio como profesional. Y en vista de que me
apetecía pegar la hebra con él no dudé lo más mínimo en
inquirirle acerca del ambiente que se estaba viviendo en la
capital del reino.
Y me contó que la expectación era la más grande que se había
conocido en las últimas temporadas. No cesan de sucederse
las llamadas desde todos los puntos de España para conseguir
entradas. Y me dice que reina entre los madridistas una
euforia contenida. No olvides, Manolo, que son varios
años los que lleva el Madrid sin ganar títulos.
En nuestra conversación salió a relucir Fabio Capello.
Y Juan dice que no entiende los motivos por los que se han
cebado con él. Menos mal que el italiano por ser veterano y
conocedor del oficio, ha sido capaz de mantener la cabeza
fría. De haber sido otro entrenador, poco acostumbrado a
soportar críticas tan duras, te digo que no estaría el
Madrid a punto de proclamarse Campeón de Liga.
De los jugadores, Juan me destacó la forma de ser de
Sergio Ramos. Y de la magnífica familia que tiene y que
está haciendo posible que él nunca pierda la concentración.
Es un ejemplo en todos los aspectos. Un chaval que se ha
ganado a la gente por su sencillez, su entrega y sus enormes
condiciones como futbolista.
No pude contenerme y le tiré de la lengua para que me
adelantara de qué manera iba a celebrar el título. Y tras
eludir muy bien el cantar la victoria por anticipado, me
contó la siguiente anécdota. Cuando los festejos del
Centenario del Madrid, coincidentes con la final de la Copa
del Rey frente al Deportivo de la Coruña, el club reservó el
Asador Donostiarra para celebrar la victoria después del
encuentro. Perdió el equipo local y suspendió la cena. Lo
que fue aprovechado por Lendoiro para que sus jugadores
disfrutaran del éxito en ese sitio. Algo que no sentó muy
bien, lógicamente, en el seno del club blanco.
Ahora, Gregorio Manzano, entrenador del Mallorca y
amigo suyo de verdad, le ha pedido que le reserve el
restaurante para la expedición, la noche del domingo. Y Juan
le ha dicho que nones. Que no trabajan a esas horas. Puesto
que no quiere que le pase a él lo ocurrido con los coruñeses
en el Asador Donostiarra. Se niega a verse rodeado de
futbolistas del Mallorca festejando quizá, por saber de qué
manera se las gasta el demonio a veces, un resultado
negativo del equipo de sus amores: el Madrid. Antes de la
despedida, le pregunté por cómo se las apaña para que en
Casa Juan se coma tan bien. Y me contestó que todo se
debe a que él y su equipo se afanan cada día más en hacer lo
que saben.
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