Do es un señor con bigote, Re es una persona enfadada, Sol
es la estrella más reluciente. Estos son sólo algunos de los
ejemplos del planteamiento que la academia de música
‘Mundoarte’ inculca en las primeras clases a su alumnado.
Empezar por abajo, niños de 4 años frente a un teclado.
Clases grupales, énfasis en la creatividad. Una alternativa
inicial con la que, a partir de los 8 años, los estudiantes
podrán compaginar con el conservatorio. Todo empieza por el
piano, pero esa es la disciplina básica. El resto es un
sistema de improvisación educativa. “Bajo un concepto de
equipo, los niños aprenden al revés de lo habitual. Lo
primero para un futuro músico debe ser bailar, cantar y
después tocar”, explica el director del centro, Carmelo
Álvarez.
La academia sigue las directrices de la escuela nipona
‘Yamaha’ que trata de despertar el potencial de los niños y
desarrollar sus capacidades para expresarse a través de la
música. En España hay un centenar de centros, la sede de
Ceuta cuenta con 100 alumnos que van de 3 a 65 años. “Lo más
importante es proporcionar una educación asequible, el lema
es que la música no sea distante”, apunta Álvarez.
Para ello, los profesores de la academia aprenden una serie
de técnicas pedagógicas que tienden a fomentar la
creatividad del alumnado. Mundoarte ladea los sistemas
tradicionales de formación, sin obviar la preparación de
aquellos estudiantes que quieren entrar al conservatorio.
“Existen las dos opciones, pero apostamos por la
creatividad”, matiza.
El teclado como instrumento principal de iniciación es clave
en los alumnos más jóvenes. Después, podrán optar por la
guitarra, el violín o la flauta. Eso sí, las clases se
desarrollan, en la mayoría de los casos, en grupos de 6 a 10
personas. “Es el problema de España que la educación musical
es muy individualizada, en Japón el valor de grupo genera
una disciplina muy particular en los niños”, explica.
Entre los criterios particulares de Mundoarte resalta la
idea de que la música se aprende en movimiento. “Es más
fácil interiorizar una frase musical bailando y con
posterioridad tocarla. Los sistemas habituales de enseñanza
pecan de exceso de teoría y falta de tiempo. En mi opinión,
el formato musical en los colegios es arcaico”. Por contra,
grupos reducidos reciben 1 o 2 horas de clase a la semana en
la escuela ‘Yamaha’. Y lo más curioso, “muchos padres se
animan a asistir a las clases para ayudar a sus hijos y así
trabajar la materia en casa”, comenta Álvarez.
Este profesor de piano y director de coro cree que la música
es “el orden en el desorden” y que la base de la educación
deberían ser las corales. “Los niños deberían de cantar
desde pequeños. Si desde los 4 años se les iniciase sin
distinción en el mundo de la música, se verían notables
mejoras en su rendimiento general. Está comprobado que
influye determinantemente en su coeficiente intelectual”. La
pedagogía, concluye Álvarez, “debería tener en cuenta que lo
más importante es cantar”.
|