Rachid Benzine, después de saltar
en el primer capítulo de los “pre reformistas” (sobre los
que habría bastante que matizar pues entre ellos hay de todo
como en botica) a los nuevos pensadores, dedica los
siguientes capítulos del libro a siete avanzados
intelectuales de referencia actual, cuyo pensamiento
desgrana con acento didáctico. Entre el elenco de autores
podemos leer reseñas sobre el iraní Abdul Karim Soroush,
profesor de la universidad de Harvard y su teoría sobre la
contracción y la expansión del conocimiento religioso,
Mohamed Arkoum, argelino de la Cabila y profesor emérito en
La Sorbona (lo pensable, lo impensable y lo impensado en el
islam contemporáneo), Fazlur Rahman, pakistaní fallecido en
los Estados Unidos en 1988 y autor de una nueva aproximación
al Corán y a la Revelación, dos precursores del análisis
literario moderno del Corán (los egipcios Amin al-Khûli y
Mohamed Khalafallâh), el también egipcio Nasr Hamid Abû Zayd
(La exégesis coránica, de la manipulación a la
hermenéutica), el tunecino Abdelmajid Charfi con su nueva
comprensión del sello de la profecía y, finalmente, Farid
Esack (indo-pakistaní de África del Sur) quien esbozó una
teología islámica de la liberación. En el tintero quedaron,
para mi gusto, sólidos y solventes autores como Mohamed
Talbi, Mohamed Charfi (no confundir con su homónimo), el
marroquí -afincado en Londres- Abdou Filali Ansary,
Abdelwahab Meddeb o la africano-canadiense Irsah Warraq,
entre varios otros.
En su antología, Benzine, después de interrogarse sobre qué
es el Islam (“¿Un conjunto de valores y de dogmas donde el
Corán constituye el tesoro?; ¿una fe y una espiritualidad
vividas en formas individuales y sociales?; ¿una práctica
histórica que han elaborado en el curso de los siglos los
musulmanes y sus sociedades?”) se suma a la afirmación de
los nuevos pensadores, para los cuales “el pasado de los
musulmanes no debe ser considerado como una historia
sagrada, sino como una parte de la humanidad. Una historia
fundada sobre factores sociales, económicos y políticos”, o
como más incisivamente explicó el pensador pakistaní Fazlur
Rahman (1919-1988): “El Islam histórico o medieval, lejos de
haber presentado y desarrollado la visión coránica, la
deformó pervirtiendo ciertos de sus aspectos más
fundamentales. Lo más señalado de ello es que el Islam
histórico ha tomado el Corán en detalle, verso por verso, en
una lectura atomizada, perdiendo en consecuencia la
perspectiva ética de fuentes antiguas del Islam y la visión
metafísica que la sostiene necesariamente”.
Acabemos con quien ayer empezamos, unas bellas palabras del
místico Ibn Arabí (1165-1245), no sin antes sugerir a
bastantes musulmanes ceutíes que confronten lo que ciertos
manipuladores ignorantes les comentan con la lectura de
libros como el que reseñamos. Escribió el murciano: “Mi
corazón se ha hecho capaz de adoptar todas las formas: es
pasto de gacelas, convento de monjes cristianos y templo de
los ídolos, ka´ba de los peregrinos, Tablas de la Ley y
Libro del Corán… Yo combato en la religión del amor,
cualesquiere que fueren las sendas que hollaren sus
camellos”.
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