Tras los resultados que se dieron
el sábado pasado en Zaragoza, Mallorca y Barcelona, la gente
sólo habla de fútbol. Es el único tema de conversación y
pobre de las personas que no sepan decir ni mu al respecto.
Se sentirán fuera de lugar en una España donde las mujeres
ya acuden masivamente a los estadios y discuten de la cosa
de manera apasionada.
Lo peor de estas féminas convertidas en hinchas y deseosas
de leer los periódicos deportivos y oír atentamente los
programas de la radio, es que se dejan engañar de la misma
manera que los hombres. Han caído en las redes del Grupo
Prisa y están siendo vulgarizadas por el pensamiento
igualador que esos medios tratan de imponer desde hace años.
Ya lo dijo José Ramón de la Morena en una entrevista:
“Nosotros lo que intentamos es que la gente se divierta
contándoles simplezas. Sin duda la mejor forma de captar
audiencia y aprovecharla para conseguir luego, sin prisas
pero sin pausas, adoctrinarla a conveniencia de los
intereses comerciales.
Lo dicho viene a cuento porque muchas mujeres vienen
declarando que son madridistas pero que no quisieran que su
equipo ganase la Liga no vaya a ser que ello fuera motivo
para la continuidad de Capello. Al oírlas decir
tamaña mentecatez, se me ha ocurrido pensar que lo que está
logrando el Grupo Prisa es que el número de tontas aumente
hasta conseguir igualar al número de tontos. Con lo cual
están en el buen camino para que se obtenga ya, de una vez
por todas, esa paridad tan deseada.
Lo que han hecho con Fabio Capello, durante la temporada, es
una injusticia. La persecución a que ha sido sometido es
fiel reflejo de cómo la prensa deportiva cuenta con
profesionales cuyo desconocimiento del tema se ve también
acompañado por la mala baba.
Inquina, hostilidad a raudales, es lo que el técnico
italiano ha padecido diariamente por medio de un grupo de
plumillas manejados por el imaginativo Alfredo Relaño:
un tipo que se ha creído que el fútbol es como el ballet y
exige además que sus intérpretes sean altos, guapos y tengan
los ojos azules. Es decir, que los jugadores parezcan
bellezas eslavas.
El tal Relaño, a quien no le discuto su posible buen hacer
en el aspecto comercial, ha salido destacando lo bien que
fue recibido el redactor de AS que fue a la casa de FC para
entrevistarlo. Admirado de un comportamiento así, debido a
que en su periódico llegaron a titular: “Hay que poner a
Capello en la frontera”. Semejante admiración es prueba
palpable de que ese hombre bajito, renegrido y con barba,
desconoce a las personas. Y cuando ello sucede, por muy
director de periódico del Grupo Prisa que se sea, uno
entiende ya perfectamente las razones que ha tenido para
tratar con saña al italiano.
Un italiano que cayó en desgracia cuando se le ocurrió decir
que era partidario de un guardameta más alto. Por no
declarar que él titular de la Casa además de bajito se había
quedado estancado. Un italiano que halló un presidente
asediado por todos los sitios y un director técnico a quien
apenas le quedaba tiempo para fichar jugadores de valía. Un
italiano que sabia que el equipo no había ganado nada,
durante los últimos años, porque los jugadores apenas se
entrenaban y la indisciplina era una realidad asumida.
Con escaso margen de tiempo, y enormes contrariedades, a
Capello no se le concedió el menor respiro. Incluso lenguas
viperinas, como las de Valdano y Cappa, fueron
alquiladas para darle a la cañada un soporte ideal. Capello
ha cometido errores. Por supuesto. Mas no los reseñados.
Antes incluso de conseguir el objetivo final, creo que el
técnico está legitimado para hacerle una higa a Relaño y
compañía.
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