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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 13 DE JUNIO DE 2007

 
OPINIÓN / EDITORIAL

Celebración tradicional romera en Ceuta

La festividad de San Antonio mantiene viva la llama de la tradición romera de Ceuta que, entorno al santo, se disfruta en familia en el monte Hacho cada 13 de junio, cada día como hoy.

La pequeña ermita se engalana especialmente para la tradicional Romería que la Ciudad Autónoma de un lado y la cofradía de otro tratan de mantener y de fomentar. Centenares de ceutíes acudirán a la llamada del santo manteniendo viva una ancestral costumbre que ha ido pasando de padres a hijos en lo que se erige históricamente en una celebración intrínsecamente caballa.

En cualquier caso, las tradiciones y las costumbres de los pueblos marcan realmente su idiosincrasia además de cumplir con un elemento importante a tener muy en cuenta como banderín de enganche de un potencial turismo que también puede disfrutar de las costumbres del lugar que visita. Y si éstas se desarrollan en un marco ideal y visualmente espectacular como lo es San Antonio, aún mejor.

Hay que incidir especialmente en el trabajo sostenido, diario y callado de los miembros de la Cofradía que mantienen firme, con su constante labor, las devociones y procuran mejorar cada año su puesta de largo cada 13 de junio. Es cierto que la Ciudad también colabora y merece reconocerse su esfuerzo por lograr que, no sólo ésta, sino todas las que se celebran en Ceuta mantengan el nivel de calidad que merecen todas y cada una de las conmemoraciones tradicionales ceutíes. La tradición manda hoy adquirir uno de los panecillos bendecidos de San Antonio e, igualmente, acudir en Romería hasta las puertas de la ermita para disfrutar de una jornada cristiano-festiva en el campo.

Ceuta avanza de un modo sostenido, pero avanza al fin y al cabo; y probablemente este modo de hacerlo le otorgue el afianzamiento a cada paso que se de en esta dirección. Pero un pueblo no es nada sin el manteniemiento y fomento de su identidad, por lo que bien merecería la pena no faltar a los alrededores de la ermita y contribuir de este modo al engrandecimiento de lo que significa no sólo esta fiesta sino a la costumbre y tradición que marca un lugar, en este caso nuestra ciudad.
 

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