Poco más de una semana falta para
el comienzo del verano y con la llegada de la estación
estival volverán a presentarse una serie de problemas que
todos los años aportan multitud de desaguisados a las gentes
que van a salir fuera.
A lo largo de los últimos dos meses estamos hartos de oir
ofertas y más ofertas, casi gratis, para viajar a cualquier
parte del país, luego cuando te dispones a hacer las maletas
y vas a recoger la reserva que hiciste te encuentras, eso
sí, con los mismos programas que viste en televisión, pero
con la letra pequeña muy clarita, con lo que si antes
pensabas en tres, al pagar se remonta bastante sobre esa
cantidad. Este será el primer aviso para los veraneantes que
reserven “plazas de ocasión”. Lo otro, lo que se ve que es
más caro, lo es, pero tienes asegurado lo que tú creías.
Y no digamos a la hora de viajar, todo depende del paquete
que has elegido, y que en muchas ocasiones te colocan “un
buen paquete”, con horas y más horas en aeropuertos, con
vuelos que no salen pero ... saldrán, y con una serie de
incomodidades que nunca debemos dejar de lado.
Claro que hay otra solución, viajar por tu cuenta, con
vehículo propio para que no te timen los de alquiler y con
alojamiento “donde caiga”. Hacer esto en vez de lo otro es
algo así como salir de Málaga para meterte en Malagón y con
lo primero que te vas a encontrar, si viajas por autopista,
es con que los peajes te cuestan más que la gasolina y,
además, con que lo que aparentemente ganas de tiempo en la
carrtera lo pierdes en esos peajes, porque los hay
alucinantes, pero uno especialmente que parece la oficina de
hacienda por etapas, me refiero a la autopista que en los
alrededores de Madrid parte de aquí en dirección a
Barcelona, pasando por las inmediaciones de la T 4, con
cinco o seis puestos de pago en menos de 60 kilómetros, son
baratitos cada uno de ellos, pero el tiempo que se pierde es
sensacional. A eso se llama sacarle tajada a una autopista.
Es posible que tanto peaje lo hayan puesto para que no te
soliviantes sólo con los anuncios que aparecen en los
carteles de la propia autopista donde te recuerdan,
tétricamente, que “el año pasado en estas fechas murieron
120 personas”.
Parece que no quieren alegrar mucho el comienzo de las
vacaciones, o que alguien lo organizó no con una
profesionalidad a prueba de bomba, sino movido por uno de
esos enchufillos, bien pagados, para repetir la triste
cantinela de los fallecidos, y hacer olvidar que no han sido
capaces de solucionar ni uno de esos cientos de puntos
negros que siguen existiendo en las principales rutas. En
las otras ni se sabe ni se controla eso.
A pesar de estas dificultades, la Matilde en cuestión no se
va a quedar sin salir de veraneo, y menos aún cuando
Laureana, la del sexto va a pasar las vacaciones en la Costa
Brava. Así se escribe la historia.
Y como vamos de vacaciones no nos vamos a llevar la tortilla
de casa y el bocadillo de mortadela. Para algo se sale una
vez al año. A los 150 kilómetros de la salida de la capital
se hace el primer alto en el camino, aunque sólo sea para
tomar un café solo y pasar por el servicio, pero claro,
ahora no vamos solos, ahora además de Fernando viaja Matilde
y los dos mellizos, con lo que ¡¡ cualquiera deja a uno de
los “mellis” sin la bolsa de patatas!!, Ah, y no hay que
olvidarse de la suegra, que para eso va acompañando. No
sería correcto que Matilde no tomara aquí algo, por lo menos
una coca cola, o lo que ella prefiera, y en esta época las
estaciones de la ruta se lo saben muy bien, pues misma
cantidad y calidad = a doble precio. Esto no se controla,
para esto no hay radar como los que controlan la velocidad.
Ya se sabe a quien pertenecen o a quienes, las estaciones de
las autopistas. Total, que el primer descanso ya nos costó
los primeros 12 euros, poca cosa, pero la suegra sabe de
números y enseguida se sube por las paredes ¡¡ 2000
pesetazas!!, vaya despilfarro.
Unas vacaciones sin suegra son menos vacaciones, por eso ha
venido, para comenzar las discusiones, aunque sea con el
pretexto de que echará un poco la mano y cuidará de los
mellizos. Que se pase bien. Eso seguro, pero a qué precio.
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