Ya en otras ocasiones hemos
comentado los enfrentamientos entre Zapatero y Rajoy
haciendo un símil con un combate de boxeo. Pero en este caso
no se trataba de una confrontación parlamentaria, como no
podría ser de otra forma, sino de una entrevista a petición
de parte y aceptada por la otra en lo que podríamos llamar
un combate a puerta cerrada por la inasistencia de asesores,
árbitros, ni siquiera mánagers, ni de público interesado en
el desarrollo del evento que, caso de haberse organizado
como espectáculo público, tendría que haberse celebrado en
un recinto como el Madison Square Garden de Nueva York o el
Estadio Santiago Bernabéu dada la expectación despertada.
Mariano Rajoy, “El Encajador de la Calle Génova” (ya se sabe
que en boxeo “encajador” quiere decir que un púgil aguanta
todos los golpes que le den), tuvo enfrente a su oponente
José L. R. Zapatero, “El Bambi de la Moncloa”que aportaba
como bagaje, según comentó antes de la visita, unidad,
firmeza y lealtad, habiendo iniciado un cambio de táctica
(traslado a la Penitenciaria de Aranjuez de de Juana Chaos,
detención de tres presuntos etarras en Francia, detención y
envío a la cárcel de Arnaldo Otegui), a todo lo cual, el
primero de los citados púgiles, con la experiencia de haber
salido escaldado en anteriores confrontaciones, temeroso de
que le propusiera una estrategia totalmente desconocida, de
las decisiones adoptadas de forma autónoma y sin compartir
con nadie las mismas (entiéndase las conversaciones para
llegar a un acuerdo con los disidentes del país vasco)
quizás echando de menos en su rincón a un Nicolás Zarcozy
que le ofreciera apoyo con libertad, igualdad y fraternidad
así como su excelente bagaje electoral (que para algo
compareció con él ante el electorado francés), se presentó a
cara descubierta y dispuesto a ser contundente con su
contrario.
Pero el combate ha dado poco de si, ya que el aspirante ha
refundido en escuetas frases toda su actuación ante el
presidente: “toca actuar para conseguir el derecho de vivir
libres. Da su apoyo para derrotar a ETA, no para negociar.
Su objetivo es la derrota de ETA. Sigue ofreciendo su ayuda
para derrotar ETA.” O sea, que no ha cambiado ni un ápice
sus intenciones puestas de manifiesto con anterioridad a la
entrevista. Empleando términos boxísticos, diríamos que el
púgil de la c/ Génova ha mantenido una cerrada guardia sin
dejar resquicio alguno para los ataques de su contrario.
Por parte del presidente su táctica ha sido la de no dejar
entrever, según manifestó una espontánea representante que
le ha sustituido para atender a la “canalla” (término con
que en algunos estamentos se conoce a los miembros de la
prensa), cuestión alguna de lo tratado. Únicamente se ha
transmitido “la convicción de acabar con la violencia y la
necesidad de que estén todos juntos en la misma dirección.
Decidida voluntad de responsabilizar a todos los estamentos
del Estado para derrotar a ETA. Reforzamiento de la
actuación Policial, Judicial e Internacional para acabar con
el terrorismo…” Total, que solo tenemos referencias de un
combate celebrado a puerta cerrada y que, como tal, hay que
atenerse a lo que sus protagonistas o, en el caso del
poseedor del título, a lo que haya querido decir su
representante (el titular no ha querido comparecer quizás
para no mostrar las tumefacciones o secuelas que pudiera
haberle producido “la pelea”) por lo que nuestra conclusión
es que va a seguir todo igual que estaba: uno tratando de
negociar y el otro con sus deseos de derrota, sin más, del
terrorismo.
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