Suelo mantener con algunos jóvenes
marroquíes vivas discusiones sobre la situación actual de su
país, intentando centrar las cosas y encauzando su
impaciencia mientras les recuerdo las abismales diferencias
existentes entre la represora época (ellos no la vivieron,
yo sí) del dictador Hassan II y los nuevos aires
democratizadores (claro que aun queda mucho por soplar)
traídos por su hijo y heredero, Mohamed VI. Viene esto a
colación, igual que el titular, sobre un libro de homónimo
título escrito por Abdallah Laroui hace ya doce años,
publicado en francés simultáneamente durante el primer
trimestre de 2006 en Québec (Canadá) y, en Marruecos, por el
Centro Cultural Arabe de Casablanca, que acabo de soplarle
el polvo y estoy repasando dada su actualidad.
Efectivamente, el pasado 1 de junio y durante la celebración
de la Feria del Libro en Madrid la obra de referencia,
traducida por Malika Embarek y ligeramente cambiada de
título (“Marruecos y Hassan II”), fue presentado al público
español a las 20.00 en el pabellón que la Fundación Círculo
de Lectores dispone en el Parque del Retiro. El libro y el
autor fueron introducidos por dos cualificados personajes
del ámbito universitario y político: Bernabé López, profesor
en la Universidad Autónoma y miembro del comité mixto
hispano-marroquí “Averroes” y Felipe González, ex presidente
del Gobierno con notables contactos e intereses financieros
y personales en el Reino Alauí. El autor (“una de las
figuras más importantes del país”, en palabras de la
Embajada marroquí) se estrenó a las 12 de la mañana, en la
sede de la Biblioteca Nacional, con una conferencia sobre
“La modernización de Marruecos”.
Escribió Laroui (autor prolífico de interesantes
publicaciones como “El Islam árabe y sus problemas”, “Islam
et modernité”, “Marruecos: Islam y nacionalismo”, “Esquisses
historiques” y “L’ histoire du Maghreb”) en su libro
(subtitulado en la edición marroquí con “Un testimonio”)
sobre diferentes etapas y misiones que vivió como testigo
destacado (desde octubre de 1958 en Florencia a julio de
2000 en Casablanca, pasando por un rosario de lugares como
Rabat, El Cairo, Kinshasa, Argel, Harvard, Lisboa, París y
Oslo), acabando con unas “Particularidades marroquíes” entre
las que destacaría la interpretación “legitimista” (en
palabras del autor) que, sobre la concepción del poder en
“una cierta interpretación del derecho público islámico”
tendría Hassan II, lo que lleva a Laroui, correctamente a mi
juicio, a decir que “… se puede decir que ninguna de las
nociones, aparentemente islámicas, sobre las cuales se funda
la Constitución concedida de 1962, no es impecable desde el
punto de vista de la ortodoxia. Las contradicciones de la
Constitución no se resuelven más que en una concepción ‘imamista’,
extranjera al sistema jurídico malikí que es el de Marruecos
desde hace siglos”. Curiosas palabras que dícen mucho entre
líneas y que, a buen seguro, encantarían al iluminado jeque
Yasin y a sus disciplinados seguidores de “Justicia y
Caridad”…..
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