A lo largo de la campaña
electoral, que finalizó hace dos semanas, hemos tenido la
oportunidad de oir, aunque fuera como cuando oimos caer el
agua de la lluvia, los términos ideas e ideologías.
En esos momentos, más de una vez, tuve que morderme los
labios y contar hasta diez, mentalmente, para no hacerle ver
al ilustre “mitinero” de turno que estaba utilizando
palabras huecas y vacías de significado, aunque él las
rellenaría con cualquier promesa que no pòdría realizar. con
todo ello, cumpliera o no cumpliera las promesas, estaba
utilizando unos términos que él no comprendía y los de su
alrededor tampoco, ya que las ideologías comportan dos
principales características:
Ideología es un marco, nos da una imagen de la sociedad y
esta imagen nos hace inteligible esa sociedad. Tenemos,
pues, el carácter mostrativo de lo que estamos viendo.
Pero no aporta esta imagen un programa político, esto es, la
enunciación de principios que pretenden desarrollar y
organizar la sociedad.
De todo ello, por tanto, se producen las recetas de lo que
debía hacerse para conseguir un ideal social y se asegure y
coincida con la realidad de una sociedad.
Con esto se nos da una idea, en primer lugar, de lo que es
una utopía o terreno de los sueños ( de esto hubo a montones
en las elecciones, incluso en Ceuta).
Porque, cuando se tiene el modelo, se observa si coincide
con la realidad social o no. Si realidad y programa están en
los antípodas, está claro que nos encontramos ante la utopía
( cuantos arósteguis ha habido en la historia). En el caso
de coincidencia del programa social y realidad es cuando
podemos hablar de ideología.
Partiendo de aquí, los políticos sen satos deben ver y hacer
ver a los demás que “ una ideología pretende aportar una
perspectiva coherente, sobre la que se actúe sobre el mundo
social y se comprenda ese mundo. Con esto estamos enlazando
con el pensamiento de Gramsci cuando afirma que. “ las
ideologías crean el terreno en el que los hombres se mueven
y por ellas adquieren conciencia de su posición, de su lugar
en la lucha de clases...”.
Y hay que ver esto desde la propia realidad, no desde
elucubraciones fantásticas, que nada nos aportan. Así
tenemos como los conflictos ideológicos desde la Guerra
Mundial, que antes tuvieron mucha importancia, ahora van a
desaparecer para verse postergados ante una política
realista:” Reconstrucción de Europa, relanzamiento de la
economía europea, crecimiento económico”. Y esto hacía de la
política de postguerra una idea de pragmatismo, sin
discusión ideológica. Hay una incuestionable validez de lo
que se está haciendo. Parece el fin de las ideas, el
crepúsculo de las ideologías. La estructura del cambio
socioeconómico no se cuestiona.
Estamos, pues, en que todo lo ideológico era peyorativo,
representaba política inmadura, especialmente cuando la
capacidad de la economía apoyada por el Plan Marshall y
demás daba éxitos incuestionables. Existencia de pleno
empleo, inexistencia de paro, todo ello llevaba a la
conclusión de que las ideologías eran nefastas, sin más.
Pero no debemos mirar sólo de frente, puesto que el querer
decir que no hay ninguna ideología en esta situación, es
estar haciendo una ideología. En los años 60, se va a
producir un veto global, por parte de los hijos burgueses,
grandes beneficios, sector de la juventud burguesa, que se
presentarán como variante de lo que se llama socialismo
libertario.
Lo novedoso de la situación radica en que hay que despertar
y recuperación en torno a la nueva sociedad, ante una vida
cualitativa moral. Hay también el despertar del rol de la
sexualidad.
Así llegamos a la idea de Eccleshall, al hablar de: “
ideología como el ámbito en el que la gente clasifica y
justifica sus acciones, si estas persiguen intereses
divergentes”.
Al hac er este somero repaso en torno a las ideologías, no
podemos por menos de decir: “mucho ruido y pocas nueces” en
las campañas electorales, el trasfondo es más profundo, y la
interpretación, desde ciertos sectores políticos, errónea, o
así hay que verlo por sus acciones.
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