Decía la sabia de mí abuela: “que
cuando el demonio no tenía nada que hacer, mataba moscas con
el rabo”. Servidor, al que las frases de mí abuela eran
puras sentencias, en vez de matar moscas con el rabo como el
demonio por no tener nada que hacer, ha decidido hacer algo
de provecho.
Por principio, aunque algunos no lo quieran creer, no tengo
nada de demonio y mucho menos después de conocer que no hay
infierno. Lo cual supone un gran alivio para mí personas, y
un cabreo para todos aquellos que me acusan de ser malo,
malísimo por decirles las verdades del barquero y que me
aseguraban el descenso hacia los abismos del infierno. Otra
vez será mis adoradas y nunca bien ponderadas criaturitas
mías De momento, pese a todo, al no existir el infierno se
me han abierto las puertas del cielo. ¡Loado sea Dios!.
La verdad sea dicha, las puertas del cielo no se me han
abierto, las que se me han abierto son las puertas de la
tele, donde si el tiempo no lo impide a partir del lunes día
dieciocho, a las diez de la noche, estaré en sus pantallas
durante media hora, con mí programa “Los lunes son
Domínguez”.
Un programa en el que lo único que vamos a buscar es la
diversión de todos ustedes, tratando de arrancarles una
sonrisa, Si lo conseguimos seremos felices. Y, por supuesto,
como decía el genial humorista, Gila, el que no sepa
aguantar las bromas que se vaya del pueblo. Y no hay más
cera que la que arde.
Me han dicho los que entienden del asunto de la tele, que es
primordial enamorar a la cámara si se quiere que la cosa
salga bien. Ante este consejo, que uno novato en el asunto
acepta y agradecerle en lo que vale, lo primero que he hecho
es invitar a la cámara a una buena mariscada para irle
haciéndole cuerpo en plan enamoramiento, que por el estómago
se consiguen muchas cosas. No hay nada que se pueda comprar
con un estomago agradecido. Y habrán podido observar al
peloteo que someten a los mandas, todos los pelotas y
lameculos por esos estómagos agradecidos.
Sin embargo, eso ha que reconocerlo también, a los que los
mandan no han alimentado y, por tanto, no son estómagos
agradecidos, ni te cuento, serrana del alma, la que andan
diciendo de los mandas, Hay que escucharlos, como el menda
los ha escuchados. Menos bonito les dicen de todo.
Bueno, como ese no es mi problema que es de los mandas y sus
personajillos, volviendo al asunto de la tele tengo que
decir y digo, que me siento rejuvenecer por este asunto. Es
algo así como volver a mis raíces del micro solo que, en
esta ocasión, será con una cámara delante grabando todo lo
que digas y sin posibilidad de rectificar.
Si tengo que ser sincero, digo que estoy algo nervioso,
puesto que s una nueva experiencia en mí vida ya que, jamás,
hice tele, al menos delante de una cámara, esa a la que
tienes que enamorar, sino quieres que acabe contigo, Ante
esto tengo que reconocer que, por culpa del maldito tiempo
que ha pasado, he perdido la práctica de cómo hay que
enamorar y más a una cámara. En fin, queridos míos, se hará
lo que se pueda. Todo sea por tratar de arrancarles una
sonrisa la noche de los lunes.
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