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OPINIÓN - SÁBADO, 9 DE JUNIO DE 2007

 

OPINIÓN / SNIPER

Lectura islamizada de Cervantes
 


José Luis Navazo
jlnavazo@telefonica.net
 

Hoy, a las 19.30 horas locales, el profesor y arabista Rodolfo Gil Grimau disertará en la sede del Instituto Cervantes de Tetuán sobre la señera figura cervantina y su relación con el Islam, que Miguel de Cervantes aborda tanto en “El Quijote” como en tres comedias con trasunto biográfico redactadas en 1615 (“El gallardo español”, “La Gran Sultana” y “Los baños de Argel”) y en las que referencia un ambiente turco o morisco. No hace falta confiarle al lector que haré lo posible por acercarme, tanto por saludar al conferenciante al que hace años no veo como por disfrutar de su amena y solvente intervención. Porque como escribí hace dos años en “El Pueblo” (6 de febrero de 2005) en un amplio reportaje dedicado a este tema la pregunta es si puede hacerse, desde parámetros islámicos, una lectura iniciática sobre la prolija obra de Cervantes, particularmente “El Quijote”. Algunos autores así lo creen y esta tarde pretendo despejar algunas de las dudas que tengo sobre el particular.

Son variadas las pistas que apuntan a un origen familiar converso (¿judío, morisco?), que ya advirtieron tanto Lope de Vega como, en unos mordaces versos, el antisemita Quevedo. Por si fuera poco y como señalara Francisco Nieva en 2004, “Cervantes, casado con una descendiente, reciente, de conversos, tuvo que hacer alarde de su limpieza de sangre, que no era tan limpia”. En esta línea solo un “cristiano nuevo”, como bien pudiera serlo Cervantes, sería capaz de la sutileza de llamar a Felipe II “El mayor Rey de los Fieles”, expresión homónima castellanizada de “Emir Al Muminin” (Príncipe de los Creyentes”) o que el prodigioso vuelo de “Clavileño”, en palabras de Américo Castro, sea un trasunto de la famosa “Escala de Mahoma”. Personajes musulmanes brillan por doquier: desde la hermosa mora Zoraida hasta Ana Félix, la bella morisca y arráez del bergantín turco apresado a la altura de Barcelona, hija del moro Ricote y fugada de Argel hacia España; la captura de la galera “Sol” es descrita en “La Galatea” y “La española inglesa”; e incluso en boca cervantina el inspirador de la inmortal obra “El Quijote” bien pudiera haber sido el sabio musulmán Sidi Hamete Benegeli.

¿Quién fue en verdad Cervantes…?. Porque su universal criatura, el hidalgo Quijano, sí lo sabía y -como apuntó no hace tanto el psiquiatra Castilla del Pino- además lo tenía muy claro: “Yo sé quien soy”. Es pues posible rastrear simpatías morunas en nuestro autor, si bien la batalla de Lepanto y el largo cautiverio sufrido en Argel conforman una sinergia que explicaría, finalmente, su negativa visión del mundo islámico, como reivindicó en su momento la Generación del 98. En cualquier caso yo me quedo con estas líneas, espigadas de entre la copiosa obra cervantina: “La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos bienes que los cielos dieron al hombre. Los tesoros que encierra la tierra y guarda el mar no pueden igualarla”. Cervantes, el heroico manco de Lepanto, escribió literatura basándose en su azarosa vida: “A la guerra me lleva mi necesidad. Si tuviera dinero, no fuera en verdad”.
 

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