Por definir de alguna forma la
patética y grotesca situación tras los resultados
(previsiblemente definidos) a los que nos ha abocado, en la
lucha contra la mafia terrorista de ETA y su entramado
asociativo la imprudente política del iluminado Zapatero,
quien pese al insistente parpadeo de las luces de alarma no
tuvo empacho en seguir (incluso después del mortal atentado
de Barajas) con un “proceso de paz” abocado al fracaso desde
un principio en una nueva edición de “tregua-trampa”. Sin
esperar (no va a hacer falta) esta noche a las palabras del
Presidente del Gobierno en su entrevista con el inefable
Iñaqui Gabilondo (el autor necesario, por otro lado, de la
intoxicación informativa sobre los “suicidas” de los trenes
de la muerte el maldito 11-M, ¿se acuerdan?) en televisión,
parecen oportunas algunas silentes consideraciones.
La primera, pese a su obviedad, hace falta señalarla pues no
voy a ponerme a la altura de los “Rubalcabas” de turno tras
la masacre terrorista del 11-M, echando la culpa de la
matanza al Gobierno español de turno y al mismo titular del
ejecutivo, José Mª Aznar. El culpable de un atentado es
siempre el que lo perpetra. Si ETA vuelve a su “lógica”, al
asesinato, la responsable directa es ella. Ante la nueva
situación y como reconocía el ministro de Defensa ayer por
la mañana, “No puede ser”, “Simplemente se acabó”. Pero,
¿sin más?. Porque sí hay -y debe haber- en una sociedad sana
y democráticamente madura como presuntamente es la española,
otros considerandos. De entrada una responsabilidad
política, que el falso y presuntuoso Zapatero ya se ha
negado a asumir. No ha sido el único en esta historia: su
antecesor ideológico, Felipe González, echó a los pies de
los caballos haciendo mutis por el foro a su principal
subordinado en el caso GAL, el fiel Barrionuevo. Son
curiosos los bandazos de estos ¿socialistas? en su
estrategia de lucha contra ETA: o se pasan recurriendo al
robo de los fondos reservados, a los cabarets y al
pistolerismo o no llegan, entregando al entramado etarra las
instituciones locales (ayuntamientos), haciendo concesiones
gratuitas y manipulando a la Justicia.
Después de felicitarnos por la rapidez de reflejos de la
policía francesa, la pregunta pertinente sería ¿qué puede
hacerse ahora?. Sin caer en otra trampa (concediendo un
cheque en blanco a un acorralado Zapatero, quien implora
ahora un pacto antiterrorista “sin condiciones”), debemos
volver sin dilación a donde nunca debíamos haber salido: al
Pacto Antiterrorista y por las Libertades. Ese es el camino
a recorrer juntos por el PSOE y el PP, aplicando a la vez
todo el peso de la ley contra uno o 187.000 “Oteguis” si
hace falta. Con una novedad: debería hacerse el mayor
esfuerzo posible por incorporar al Pacto a los nacionalistas
del PNV pues son solo ellos, en verdad, los que pueden
arrancar finalmente las malas hierbas del terrorismo en las
verdes tierras vascas: no hay peor cuña que la de la propia
madera. Y un apunte final como es tradicional: el brillante
y exitoso golpe de la Guardia Civil contra el GRAPO, con una
reflexión. ¿Precisamente hoy…? Para los que no creemos en
las casualidades no deja de ser oportunamente curioso.
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